lunes, 27 de diciembre de 2010

Microrrelato del mes IV


Hoy tenemos con nosotros una selección de lo que iba escribiendo Hawthorne en sus "cuadernos norteamericanos". En aquella época no es como ahora que en general consideramos que el microrrelato es un género menor; en el XIX no se consideraba que fuera un género en absoluto y por eso el autor no le dio mucha importancia. Sus textos se publicaron póstumamente y cada compilador desde su mujer, pasando por Borges, hasta Eduardo Berti, el de esta edición que os traigo de Belacqua, ha elegido lo que ha querido. Si queréis hacer vuestra propia edición aquí tenéis la primera parte de la obra y el resto está en la web del Proyecto Gutenberg junto con los Cuadernos ingleses y los Cuadernos franceses e italianos. Lo realmente interesante de todos estos cuadernos es que algunas de las anotaciones son microrrelatos o gérmenes de relatos breves que el escritor caza al vuelo y fija como quien guarda una concha bonita que se ha encontrado paseando por la playa, sin saber muy bien qué utilidad pueda tener.

Unos ejemplos:

En una vieja casa se oyen unos golpes misteriosos en una pared donde antaño había una puerta, ahora tapiada con ladrillos.

Dos amantes -o dos personas-, debiendo tratar un asunto de lo más privado, se citan en un lugar que presuponían muy solitario y lo encuentran repleto de gente.


Julian, tras haber recogido el otro día un puñado de hojas de arce, todas rojas: "Mira, papá: un ramillete de fuego".
 
El ejercicio de hoy sería que empezásemos todos hoy nuestro cuaderno con las historias o esbozos de historias que se nos ocurrieran.

Gracias a Pepe por esta sugerencia y por otras muchas.

9 comentarios:

David Ruiz dijo...

Aquella revancha la ganó la liebre. Con un título ya en el bolsillo la tortuga no poseía la motivación suficiente.

David Ruiz dijo...

El año que vivimos peligrosamente otros a nuestro alrededor pagaban las facturas de los platos que rompíamos.

David Ruiz dijo...

Ley de vida. Siempre va a haber alguien dispuesto a recordarte porque no debiste seguir a un conejo con reloj a través de su madriguera, pero muy pocos van a darte las gracias por contar la historia.

anónimo dijo...

Preguntas con delicada respuesta:
¿Abaratar el despido, contribuye a favorecer el empleo?
¿Se puede estar casada/o y a la vez tener razón?
¿Las fuerzas de pacificación, consiguen la paz invadiendo otros paises?
¿Se puede echar de menos a un hijo/a, que no se va de casa ni por recomendación médica?
¿Es conducta de riesgo, para un niño/a, cambiarse en el vestuario de un colegio religioso?
¿ver televisión amplía conocimientos?

Anónimo dijo...

De los bolsillos de sus pantalones sacaba todos los días arena, con un poco de suerte conseguiría su playa privada.

María

Daniela Hernández dijo...

Se había levantado con buen pie esa mañana. Afuera en el patio lucía el sol pero se helaba el aliento. Había ajetreo esa mañana. Todos llevaban prisa, o lo parecía, muchos parecían mudarse o iniciar un viaje. Él no tenía prisa esa mañana y casi ninguna otra. No estaba contento ni triste. Esperaba la hora de comer y por la noche…le habían dicho que había cena especial en el albergue. Esbozó una mueca recordando el sabor de un buen trozo de turrón y el estómago se le encogió por un momento.

Jesús Rocha dijo...

Cuando todo estaba en alma, el ruido de las tuberías y de las paredes, producido por los cambios de temperatura, traían al mundo real a sus moradores.

Mª José dijo...

Lleva 18 años en coma, soñando un único sueño en el que está felizmente casada, tiene una familia formada y su vida mantiene un gran equilibrio en todos los aspectos.

Hoy va a despertar.


Mª José Olivares

BRAGAOMEANO dijo...

Mi nombre es Enmanuelle, me pusieron asi, no porque mis padres fueran cristianos y quisieran que llevara el nombre de Dios con nosotros en mi carnet, sino porque me hicierón viendo la pelicula homonima en Perpignan.