miércoles, 29 de julio de 2015

A veces la noche



A veces la noche se esparce como un manto que te abraza con su densa oscuridad, te inmoviliza, te paraliza, hasta congelarte en negro.
A veces la noche cae como un mazo, como ese día de noviembre de 1916 en que Emile Verhaeren resbaló al bajar del tren y fue atropellado por otro tren que pasaba.
A veces la noche permanece infinita. Infinita hasta que llega el sol otra vez, implacable.


Tinieblas.
Ténèbres, Emile Verhaeren (1855-1916)

La Luna, con su atento y glacial Ojo,
observa al crudo invierno entronizado,
vasto y pálido sobre la tierra yerma;
La Noche se agita en traslúcidos azules;
El Viento, con súbita presencia, nos apuñala.

A lo lejos, sobre el horizonte, danzan
los ondulantes senderos del hielo;
se los ve a la distancia, perforando el llano,
Y las Estrellas de Oro, suspendidas en el éter,
siempre más alto en la Oscuridad,
desgarran cruelmente el azul del cielo.

Los campesinos tiemblan en las planicies de Flandes,
cerca de los brezos, de los antiguos ríos,
y de los grandes Bosques;
entre dos lívidos infinitos, estremeciéndose de frío,
agrupándose junto a las viejas chimeneas,
removiendo las cansadas cenizas.



Escribe si te apetece algo que tenga que ver con la noche, las tinieblas, la oscuridad, la luz, lo que quieras.

domingo, 19 de julio de 2015

Historias de verano


En verano estoy más abierto a hacer cosas distintas a las que hago habitualmente. Por ejemplo, si hace una calor horrible y en una tienda pone: "pasa a tómate una galleta italiana y te invitamos a una bebida fresquita", es probable que pase, aunque sea sólo por la sed. Ya sé que compraré las galletas, pero es que yo quería comprarlas. El zumo de mango con hielo y una pajita, divino.


Bueno, el caso es que yo buscaba un botijo. Algo que habitualmente uno sólo compra en verano. Quizá es por eso que no sólo yo hago cosas distintas en verano. Será el calor. Busqué en Internet y encontré una pista muy buena en los comentarios de esta página. También aprendí muchas cosas de botijos y supe incluso de la existencia de algo llamado la botijopedia. Pero yo quería moverme y dejar de leer sin importarme mucho la ola de calor, así que miré los sitios donde podían vender mi botijo y había tres en un radio de quinientos metros más o menos. El primero de la lista era el de la calle Atocha. Ferretería García, junto a Antón Martín. Una ferretería de las antiguas, con una señora mayor, y digo mayor porque ya tenía la edad de jubilarse, pero seguía allí, vendiendo de todo con su teléfono de cable en la oreja. Mala suerte. Si hubiera encontrado mi botijo a la primera la historia no habría tenido gracia. "Pues no me quedan. Esta mañana ha venido el camión, pero no ha podido aparcar. Mañana me los traen. Los vendo por 14, pero a ti te lo dejo por 13".


Ya lo tenía, pero había que esperar y yo no quería esperar. Caminé hacia Huertas pero llegué a una cacharrería que estaba cerrada y con pinta de no abrir más. Di la vuelta hacia la calle Imperial, justo al lado de la Plaza Mayor, y "La gran hojalatería" tenía el mismo aspecto. Pensé que debía rendirme y esperar hasta mañana, pero me entretuve mirando la cola que salía de la alpargatería Hernanz. Una mujer le explicaba a otra el motivo: "sí, tienen las alpargatas de siempre a 7€ y luego mucha variedad de modelos de fantasía, por eso..."


Yo ya tengo mis alpargatas negras de toda la vida de 7€, y no quería unas de fantasía, seguía queriendo un botijo, así que di una vuelta por ahí y vi una tienda de tontunas de recuerdo para guiris. Entré y había dentro trabajando dos marroquíes. Cuando me preguntaron les dije que si tenían un botijo. "¿Botijo? ¿qué es un botijo?". Pues anda, que trabajando aquí, tenías que saberlo, pensé y les expliqué. Nada, pero me mandaron a una tienda en la calle Toledo que resultó ser una tienda de cuero, cerámica y demás artesanías turcas. Entré sin mucha fe, la verdad, y me tocó explicar otra vez lo que es un botijo. Omití lo de la ecuación de la evaporación del agua a través de los poros del barro cocido, todo sea dicho.
Daba mi botijo por perdido y pensé que la paciencia es una gran virtud. Sería por el calor. Pero levanté la vista y vi esto:


"Droguería el Botijo" desde 1754. Era una droguería. O sea, que seguro que no tenían botijos, pero si estaban ahí desde hacía más de 250 años, a lo mejor sabían algo. Entré y me atendió una veinteañera muy agradable que miró a su madre inmediatamente cuando le pregunté por mi botijo mientras me contestaba: "Sólo tenemos el de la puerta". La madre sabía más. Las madres saben más, aunque a veces se lo guarden, y me dijo que Juan se había trasladado y que estaba en la calle Mediodía grande. Me dio una tarjeta.


Llegué y allí estaba Juan con su pinganillo, mandando no sé qué no sé dónde. Nada más entrar había como quince botijos. El problema es que en mi cabeza yo me lo había imaginado blanco y todos eran de color terracota o rojo turco que dice una amiga. Eran bonitos. Muy bonitos. Pero como ya he dicho, lo había imaginado blanco. Juan dejó el teléfono y me dijo que el marrón se ensucia menos y que enfría igual. Me dijo que probara el suyo. El agua estaba muy rica y elegí mi botijo. Me explicó cómo curarlo con anís y ya he terminado el proceso. El agua está muy rica, muy muy rica. Creo que me lo llevaré de vacaciones.


En los comentarios podéis contar vuestras historias de verano.

domingo, 12 de julio de 2015

Javier Krahe




Escuchad la canción y disfrutad.

Ésta es la sencilla historia de un hombre que se encuentra con su ex y contradiciendo los mandatos de la civilización se enrolla con ella en plena calle y se lía la de dios. Como he puesto "dios" con minúscula, espero que no me demanden los que tienen un dios de verdad con mayúscula, los mismos que denunciaron a Krahe por lo de cocinar un cristo.

Me entristece que Javier Krahe haya muerto. Tiene la edad de mi padre y en cierta medida pertenece desde hace años a mi genealogía. A tu padre no lo puedes elegir, pero sí puedes elegir a la gente que admiras. Yo admiro a mi padre, pero también admiro a Krahe.

Ahora mismo hablaría de duelo, pero creo que no lo haré. Prefiero hablar de algunos de mis recuerdos en los que sale Krahe:

  • En casa de Javi Vecino. Teníamos trece años y con el radiocassette grabábamos el ruido de la cisterna del water. Le habían dejado una cinta y me quiso engañar diciendo que la había grabado un primo suyo. Era la cinta de "La Mandrágora" y yo no pude olvidarme ya de Marieta. Además, ¡En la canción decían "gilipollas"!, algo muy importante para un niño de 13 años.
  • En el camino de Santiago, cuando le enseñamos español a Remco con la canción de Los caminos del Señor. Se la aprendió entera, verso por verso. Él es holandés y por aquel entonces hablaba poco español, pero la versión con una pronunciación algo germánica quedaba muy graciosa en los llanos castellanos camino de León y Galicia.
  • En la Valvanerada, caminando una noche de perros, lloviendo casi sin parar, y nosotros cantando Villatripas para conjurar el frío y los pies mojados.
  • En Navidad con Blanca en el Café Central donde no era la primera vez.

Dejémoslo así y dejemos que Sabina vuelva a llamarle, como al principio de Marieta, en el enlace que os puse antes:

-Javier, que tienes que grabar un disco


El ejercicio de hoy es escribir sobre Krahe o sobre alguien a quien admiréis. Os dejo hueco aparentemente infinito en los comentarios.

miércoles, 8 de julio de 2015

Terapias



Cada cual arrimará el ascua a la terapia que practica, pero lo único cierto es que los humanos somos frágiles y que a veces necesitamos dejar de hacer como si no pasara nada.

A este respecto me ha encantado un poema de Miguel Martínez y lo pienso enmarcar para mi consulta:


Masaje

A principios del siglo XXI un fantasma recorre Europa
es el fantasma del método Pilates
media Europa se abandona al menos dos veces al mes
en las manos blancas y veloces de su fisioterapeuta
el viejo mundo se ha convertido en un spa.
hoy se puede ir de Cádiz a Estocolmo
parando cada día en un centro de masajes
se reproducen como conejos las clínicas de osteopatía

Será por eso
cada vez nos duele más el cuello
de tanto mirar para otro lado.



La terapia de hoy es pensar en esto y escribir en los comentarios sobre el tratamiento que queráis o sobre mirar para otro lado o sobre las dos cosas a la vez.

miércoles, 1 de julio de 2015

Me gusta cuando...



Hace mucho tiempo la propuesta era cocinar el poema XV o jugar con él y con otro de Cernuda.
Hoy el juego es muy sencillo y nada original, porque el mundo y el Twitter están llenos de ejemplos, pero eso no hace que jugar sea menos divertido.

Sólo hay que empezar la frase así:

"Me gusta cuando..."

y luego terminarla

Por ejemplo:

Me gusta cuando ríes, porque estás como contenta.


Os dejo hueco debajo, en los comentarios.