lunes, 3 de julio de 2017

Curso de microrrelatos con Augusto Monterroso II.




La fe y las montañas


Al principio la Fe movía montañas sólo cuando era absolutamente necesario, con lo que el paisaje permanecía igual a sí mismo durante milenios. Pero cuando la Fe comenzó a propagarse y a la gente le pareció divertida la idea de mover montañas, éstas no hacían sino cambiar de sitio, y cada vez era más difícil encontrarlas en el lugar en que uno las había dejado la noche anterior; cosa que por supuesto creaba más dificultades que las que resolvía.
La buena gente prefirió entonces abandonar la Fe y ahora las montañas permanecen por lo general en su sitio. Cuando en la carretera se produce un derrumbe bajo el cual mueren varios viajeros, es que alguien, muy lejano o inmediato, tuvo un ligerísimo atisbo de fe.

                                                                                                                 Augusto Monterroso


Si pienso en la fe, lo primero que me viene es George Michael. Pero si me acuerdo de George Michael, me da por pensar en él y en tanta gente que no se comporta como está mandado, al menos sexualmente hablando. El mayor ejemplo de que la fe mueve montañas es este grupo de personas que no son tan hetero como la iglesia, el Estado o los vecinos quieren que sean. Resulta que en una pocas décadas ya tienen hasta una nueva identidad, como si de superhéroes se tratara, LGTB, y están bastante orgullosos de ella. No hay más que ver el desfile del #worldpride2017 en Madrid. "Ames a quien ames, Madrid te quiere" es el lema de la fiesta y de la manifestación. En ella desfiló otro ejemplo de que la fe mueve montañas, Amnistía Internacional, llevando las banderas de los países en los que se persigue a las personas LGTB.
El encabezamiento de la página de Amnistía dedicada a este colectivo habla de "Diversidad afectivo-sexual" y lo que ellos hacen es intentar defender a las personas perseguidas por amar o tener sexo de una manera no aceptada por su sociedad. Un ejemplo. Si eres chico y te ven besar a otro chico en Rusia o en otro de estos 72 países, estás jodido. Y de amar o follar ya ni hablamos.


Esto es lo primero que se me ocurre a mí, pero el ejercicio de hoy es escribir algo sobre la fe y las montañas, tenga o no que ver con lo que acabo de contar yo. Si puedo elegir, prefiero que no me miréis a mí; mejor mirad al maestro Monterroso. A ver qué relatos se os ocurren.