sábado, 29 de agosto de 2009

Me encantan los regalos

Cuando colgué la portada del libro de Marcos Ana, no tenía el libro y el otro día me lo regalaron. Casi lo he terminado y merece mucho la pena. Os rescato dos momentos:
Maria Teresa León le hizo llegar a Marcos Ana un jersey tejido por ella misma. Paco Rabal de gira por Argentina hizo de correo y el paquete llegó al poeta encarcelado con la petición de que contase algo de su vida. En un papel de fumar pudo enviar desde el siguiente texto:

Mi vida,
os la puedo contar en dos palabras:
Un patio.
Y un trocito de cielo
por donde a veces pasan
una nuba perdida
y algún pájaro huyendo de sus alas.


Ya fuera de la cárcel, en una visita a Cuba, un amigo peruano le invitó a recoger una conchitas que según le habían dicho tenían poder afrodisiaco. Era preciso ir muy temprano, como a las seis de la mañana para poder recogerlas. Ante esta propuesta Marcos Ana dice que respondió algo así:
-Mira, a las seis de la madrugada es a la hora que fusilaban a la gente en España y a mí, de momento, me resulta afrodisiaca hasta el agua mineral.

El ejercicio de hoy es el mismo del otro día, pero por favor, que nadie se ponga a arengar al prójimo. Y si algún osado/a es capaz de contrar su vida en dos palabras, también se admite.

lunes, 17 de agosto de 2009

Trabajo de campo

Claude Lévi-Strauss comienza su obra Tristes trópicos con las siguientes palabras:

Odio los viajes y los exploradores. Y he aquí que me dispongo a relatar mis expediciones. Pero, ¡cuánto tiempo para decidirme!... Hace quince años que dejé el Brasil por última vez, y desde entonces muchas veces me propuse comenzar este libro; una especie de vergüenza y aversión siempre me lo impedía. Y bien, ¿hay que narrar minuciosamente tantos detalles insípidos, tantos acontecimientos insignificantes? La aventura no cabe en la profesión del etnógrafo; no es más que una carga; entorpece el trabajo eficaz con el peso de las semanas o de los meses perdidos en el camino; horas ociosas mientras el informante se escabulle; hambre, fatiga y hasta enfermedad; y siempre, esas mil tareas ingratas que van consumiendo los días inútilmente y reducen la peligrosa vida en el corazón de la selva virgen a una imitación del servicio militar...
No confiere ningún galardón el que se necesiten tantos esfuerzos y vanos dispendios para alcanzar el objeto de nuestros estudios, sino que ello constituye, más bien, el aspecto negativo de nuestro oficio. Las verdades que tan lejos vamos a buscar sólo tienen valor cuando se las despoja de esta ganga. Ciertamente, se pueden consagrar seis meses de viaje, de privaciones y de insoportable hastío para recoger un mito inédito, una nueva regla de matrimonio, una lista completa de nombres ciánicos, tarea que insumirá solamente algunos días, y, a veces, algunas horas. Pero este desecho de la memoria: «A las 5 y 30 entramos en la rada de Recife mientras gritaban las gaviotas y una flotilla de vendedores de frutas exóticas se apretujaba contra el casco». Un recuerdo tan insignificante, ¿merece ser fijado en el papel?

Pues no sé qué responder. A él desde luego no le fue tan mal fijándolo. De hecho ya tiene los 100 años cumplidos...
La propuesta de hoy es que nos contéis cuánto odiais los viajes y los exploradores haciendo de antropólogos en vuestros destinos veraniegos. Respuestas en los comentarios.

lunes, 10 de agosto de 2009

A veces


Jose Agustín Goytisolo nos dejó un montón de poemas que dan letra y también música a muchos rincones de nuestra vida. Hoy os traigo uno no muy conocido y que nadie ha cantado que yo sepa. Se titula "A veces":

A veces

alguien te sonríe tímidamente en un supermercado
alguien te da un pañuelo
alguien te pregunta con pasión qué día es hoy en la sala de espera del dentista
alguien mira a tu amante o a tu hombre con envidia
alguien oye tu nombre y se pone a llorar.

A veces
encuentras en las páginas de un libro una vieja foto de la persona que amas y eso te da un tremendo escalofrío
vuelas sobre el Atlántico a más de mil kilómetros por hora y piensas en sus ojos y en su pelo
estás en una celda mal iluminada y te acuerdas de un día luminoso
tocas un pie y te enervas como una quinceañera
regalas un sombrero y empiezas a dar gritos.

A veces
una muchacha canta y estás triste y la quieres
un ingeniero agrónomo te saca de quicio
una sirena te hace pensar en un bombero o en un equilibrista
una muñeca rusa te incita a levantarle las faldas a tu prima
un viejo pantalón te hace desear con furia y con dulzura a tu marido.

A veces
explican por la radio una historia ridícula y recuerdas a un hombre que en vida fue tu amigo
disparan contra ti sin acertar y huyes pensando en tu mujer y en tu hija
ordenan que hagáis esto o aquello y enseguida te enamoras de quien no hace ni caso
hablan del tiempo y sueñas en una chica egipcia
apagan las luces de la sala y ya buscas la mano de tu amigo.

A veces
esperando en un bar a que ella vuelva escribes un poema en una servilleta de papel muy fino
hablan en catalán y quisieras de gozo o lo que sea morder a tu vecina
subes una escalera y piensas que sería bonito que el chico que te gusta te violara antes del cuarto piso
repican las campanas y amas al campanero o al cura o a Dios si es que existiera
miras a quien te mira y quisieras tener el poder necesario para ordenar que en ese mismo instante se detuvieran todos los relojes del mundo.

A veces
sólo a veces gran amor.


El ejercicio de hoy es muy muy sencillo. Consiste en escribir frases que empiecen con esta expresión "A veces...." y completarlas. Suerte. Os puedo garantizar que con este ejercicio, a veces, salen grandes cosas.

sábado, 1 de agosto de 2009

Decidme cómo es un árbol

El ejercicio de hoy consiste en lo siguiente: primero imaginad lo que le pasó a Marcos Ana. Resulta que en 1936, con 16 años, se fue al frente de la recién iniciada "guerra civil". Participó intensamente en la contienda con la República, fue detenido en varias ocasiones, se fugó, finalmente fue torturado y condenado a dos penas de muerte; durante años vivió dudando si se enfrentaría con honor al pelotón de fusilamiento y por fin fue liberado con 41 años por una ley que se inventó Franco cediendo a la presión exterior personificada en la recién nacida Amnistía Internacional.

Si con esto os basta, escribid la historia de este hombre que sale a la calle "virgen y martir" después de 23 años encarcelado. Si no se os ocurre por dónde empezar, podéis ver este vídeo.