miércoles, 14 de marzo de 2018

Pizza al estilo de Pessoa


Si Fernando Pessoa, encarnado en la piel de Bernardo Soares, hubiera tenido en sus manos un pizza congelada tal vez hubiera escrito una página más en su Libro del desasosiego a la manera de Álvaro de Campos en sus Callos a la manera de Oporto. Algo así:


La caja de una pizza congelada es como el amor. Contiene una promesa que nunca puede llegar a cumplir. El amor es el ideal del amor; algo tan bello y hondo que no cabe dentro de una caja de cartón. Dentro de la caja y debajo de la brillante imagen ideal hay algo que no se le parece ni de lejos. El trozo de pan congelado y recubierto de ingredientes matemáticamente distribuidos y pesados no se puede comparar con la fragante y crujiente imagen de una pizza hecha a mano como una obra de arte. La pizza con la que soñamos y que puede asemejarse a la de la imagen nunca se parecerá a la que saldrá de debajo. Si nos atrevemos a romper el embalaje, obtendremos algo parecido a una pizza, con un sabor similar al de la pizza, que poco a poco pero a gran velocidad irá perdiendo sus propiedades mientras la imagen de la caja y la de nuestro deseo siguen inperturbables. Mi consejo, si fuera capaz de seguirlo, sería: no os enamoréis de la pizza, pero amadla con toda vuestra alma.


¿Se os ocurre alguna página más que añadir?


2 comentarios:

Marieta dijo...

No os enamoréis de la pizza... sino de la gastronomía en sí. Escucha tus entrañas y discierne si es hambre o gula. Elige bien el menú del día, la dieta o el ayuno...pero ante todo... escucha bien tus tripas.

Anónimo dijo...

El secreto está en la masa, ja,ja.
Aparte de llevar un exceso de sal y aceite de palma,lo que no mata engorda.