La verdad es compleja. La simpleza nos engaña con facilidad, pero más bien pronto que tarde miramos detrás y descubrimos que no se sostiene.
Si te quiero contar lo que es un mirlo, puedo decirte que es un pájaro negro al que escucho cantar siempre, que más que por el cielo me lo imagino por el suelo haciendo cucús desde un arbusto.
Wallace Stevens, casi el único poeta tardío según Harold Bloom, escribió un poema llamado "Trece maneras de mirar un mirlo". Podían ser siete, trece o mil. Aquí os lo dejo con la invitación de que escribáis otras en los comentarios.
I
Entre veinte montañas de nieve,
La única cosa que se movía
Era el ojo del mirlo.
II
Yo era el de los tres sentires,
Como un árbol
Que contiene tres mirlos.
III
El mirlo giraba en los vientos de otoño.
Una parte pequeña de la comedia.
IV
Un hombre y una mujer
Son uno.
Un hombre y una mujer y un mirlo
Son uno.
V
No sé qué preferir,
La belleza de los acentos
O la belleza de las insinuaciones,
El mirlo silbando
Entre veinte montañas de nieve,
La única cosa que se movía
Era el ojo del mirlo.
II
Yo era el de los tres sentires,
Como un árbol
Que contiene tres mirlos.
III
El mirlo giraba en los vientos de otoño.
Una parte pequeña de la comedia.
IV
Un hombre y una mujer
Son uno.
Un hombre y una mujer y un mirlo
Son uno.
V
No sé qué preferir,
La belleza de los acentos
O la belleza de las insinuaciones,
El mirlo silbando
O el instante después.
VI
El hielo ocupó la gran ventana
Con su vidrio bárbaro.
La sombra del mirlo
Lo atravesaba, una y otra vez.
El ánimo
Trazaba en la sombra
Una razón indescifrable.
La sombra del mirlo
Lo atravesaba, una y otra vez.
El ánimo
Trazaba en la sombra
Una razón indescifrable.
VII
Oh, pobres hombres de Haddam,
¿Por qué imaginan pájaros dorados?
¿No ven cómo el mirlo
Vaga entre los pies
De sus mujeres?
VIII
Conozco tonos ilustres
Y ritmos lúcidos, ineludibles;
Pero conozco, también,
Que el mirlo pertenece
A lo que conozco.
IX
Cuando el mirlo se apartó de la vista,
Señaló el margen
De uno de los tantos círculos.
X
Ante la imagen de los mirlos
Volando en una luz verde,
Aun las madamas de la armonía
Gritarían agudamente.
XI
Él viajaba por Connecticut
En un coche de vidrio.
Una vez, el miedo lo atravesó,
Por confundir
La sombra de su equipaje
Con los mirlos.
XII
El río se estremece.
El mirlo estará volando.
XIII
Fue de noche toda la tarde.
Nevaba,
Iba a seguir nevando.
El mirlo se posó
En el cedro, en lo más alto.
Él viajaba por Connecticut
En un coche de vidrio.
Una vez, el miedo lo atravesó,
Por confundir
La sombra de su equipaje
Con los mirlos.
XII
El río se estremece.
El mirlo estará volando.
XIII
Fue de noche toda la tarde.
Nevaba,
Iba a seguir nevando.
El mirlo se posó
En el cedro, en lo más alto.
Versión de Yanina Audisio. Aquí está el original.
(Esta entrada se publicó el 13 de enero de 2019, a las 13:13, hora de Europa Central)
2 comentarios:
SIETE MANERAS DE ESCUCHAR A UN MIRLO
I
El árbol alberga un nido.
No sé si hay dentro un mirlo.
Fuera, un árbol.
II
Miguitas de pan deshechas en llanto.
Te come la pereza
de no tener hambre.
De no tener llanto.
III
¿No suena en tus oídos el amor?
¿Estás oyendo?
Es tu nombre.
IV
He encontrado abierto el cajón.
Sin pomo.
Sin fondo.
No sirve de nada un cajón
sin fondo,
sin pomo.
No sirve de nada encontrarlo abierto.
V
No viene.
No llegará nunca.
No es bien, es buen.
No te confundas.
VI
Hay un pañuelo blanco tendido.
Suena un canto de mirlo.
Escucha.
La pared se derriba entre angustias.
Se ha quedado el pañuelo
prendido de una punta.
VII
Este silencio mío
se ha de romper
por un mirlo cantando.
Cuando suceda,
búscame en su nido,
da igual el árbol.
Puede que esté dormido.
O cantando.
Para que mirar a un mirlo, si lo negro siempre es negro.
Sería mejor encontrar un mirlo blanco, que lo blanco siempre es puro
y lo negro muy oscuro.
Ví a un mirlo en un árbol, se me pareció a un cura de tiempos de la dictadura,
en cambio cuando lo veo blanco se me parece al papa Francisco,
aunque esta vez le ví encima de un risco.
Mirlo blanco o mirlo negro, no deja de ser un pájaro
no muy guapo, si prefiero oír cantar, me gusta más el jilguero.
O el canario enjaulado.
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