lunes, 16 de octubre de 2017

Curso de microrrelatos con Augusto Monterroso III



La tela de Penélope o quién engaña a quién


Hace muchos años vivía en Grecia un hombre llamado Ulises (quien a pesar de ser bastante sabio era muy astuto), casado con Penélope, mujer bella y singularmente dotada cuyo único defecto era su desmedida afición a tejer, costumbre gracias a la cual pudo pasar sola largas temporadas.

Dice la leyenda que en cada ocasión en que Ulises con su astucia observaba que a pesar de sus prohibiciones ella se disponía una vez más a iniciar uno de sus interminables tejidos, se le podía ver por las noches preparando a hurtadillas sus botas y una buena barca, hasta que sin decirle nada se iba a recorrer el mundo y a buscarse a sí mismo.

De esta manera ella conseguía mantenerlo alejado mientras coqueteaba con sus pretendientes, haciéndoles creer que tejía mientras Ulises viajaba y no que Ulises viajaba mientras ella tejía, como pudo haber imaginado Homero, que, como se sabe, a veces dormía y no se daba cuenta de nada.




Este microrrelato de Augusto Monterroso es una versión micro de la Odisea. La ilustración de arriba, también, aunque a su vez es una versión casi calcada de la que aparece en una vasija que se custodia en el museo de Chiusi, cerca de Siena, y que representa a Penélope y a su hijo Telémaco junto al famoso telar:




El otro día, Mi amigo Javier me regaló una versión reducida de la Odisea, que según me dijo, había disfrutado mucho más que la original y que yo de momento tengo junto a mi cama y leo a pequeños sorbos.

El ejercicio de hoy no consiste en que escribáis una versión totalmente nueva como la que hizo Margaret Atwood, sino en que elijáis un trozo de la Odisea o de la Iliada, hagáis una versión micro y la compartáis en los comentarios.





1 comentario:

Anónimo dijo...

El libro de Atwood, he leído la reseña y me ha hecho mucha gracia, lo de que las sirenas eran putas de lujo, y el Cíclope un borracho en un bar. Si hubieran sido reales estos personajes, no me cabe ninguna duda, lo expuesto por la autora. Los hombres, somos mucho de comernos una y contarnos 20. Aunque gracias a los nuevos tiempos, son ellas las que nos comen a nosotros. Siempre fue así, pero ahora no disimulan, van de lobas,nada de disfrazarse con piel de cordera.