sábado, 4 de abril de 2015

Benjamin abandona Paris



Gisèle Freund conoció a Walter Benjamin en la Biblioteca Nacional de París y allí lo retrató. Benjamin no sólo se hizo amigo de Freund allí, también conoció a mucha gente, entre ellos al director de la institución en aquel triste año de 1940, Georges Bataille. Éste escondió en la propia Biblioteca el manuscrito de Benjamin de La obra de los pasajes y allí sobrevivió el texto a la guerra, entre otras cosas porque el general alemán von Choltitz decidió desobedecer la orden de Hitler de destruir París el 14 de agosto de 1944 .
Esconder un libro en una biblioteca es fácil, esconder a un hombre ya es otra cosa. Benjamin, que se había negado anteriormente a abandonar París, porque allí estaba su vida y sus libros, tuvo que hacerlo y murió en el camino, cuando ya había cruzado la frontera francesa, dejando en algún limbo una maleta llena de escritos.

De este filósofo queda una obra fragmentaria y sugerente de la que un día le pediremos que nos hable a la experta, Tania Castellano.

Mientras, os voy a pegar unos fragmentos para que juguemos con ellos y nos contéis lo que os recuerdan o lo que supuso para vosotros dejar atrás París la última vez:

  • Ser feliz significa poder percibirse a sí mismo sin temor.
  • Nos hemos vuelto pobres. Hemos ido perdiendo uno tras otro pedazos de la herencia de la humanidad; a menudo hemos tenido que empeñarlos en la casa de préstamos por la centésima parte de su valor, a cambio de la calderilla de lo «actual».
  • En la improvisación reside la fuerza. Todos los golpes decisivos habrán de asestarse como sin querer.
  • MAPA ANTIGUO. En un amor, la mayoría busca una patria eterna. Otros, aunque muy pocos, un eterno viajar.
  • La tradición de los oprimidos nos enseña que la regla es el «estado de excepción» en el que vivimos. 
  • El analfabeto del futuro será, no quien no conociese las letras, sino quien ignorase la fotografía.
  • Son las imágenes que nos seducen cotidianamente, aquellas que constituyen nuestra propia memoria y, más radicalmente, nuestra propia subjetividad.

Yo abandono París hoy.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Llegué a París con una maleta y salí con una mochila. Deambulé, conocí, ausculté la ciudad y me cambió la manera de ver el mundo. Me identifiqué con los mendigos libres: los sin casas, sin dinero, sin trabajo; con el vasto horizonte que da la vista y un futuro por construir. Podía iniciar cualquier camino, ya había estado en París.
jemart