En estos últimos días todo el mundo habla de elefantes y escopetas. Quizá sea una estrategia para desviar nuestra atención de la que tenemos encima, pero también os digo una cosa que vengo pensando desde hace tiempo, como a estos de la Casa Real les dejemos, ellos solitos nos traen la Tercera República.
Chanzas aparte, de tanto ver elefantes, viñetas con elefantes, vídeos con elefantes, y hasta ilusiones ópticas de elefantes (gracias Javier) he encontrado este libro de José Saramago: El viaje del elefante. Es la historia medio ficticia del rey portugués Juan III que en el siglo XVI se supone que regala a su primo el Archiduque Maximiliano de Austria un elefante llamado Salomón que para terminar la novela tiene que cruzar Europa.
Digo medio ficticia porque es el calco corregido y modificado del viaje alucinante del rinoceronte aquel que acabo siendo conocido por el dibujo de Durero que en realidad no lo vio.
Así que hoy os doy a elegir: podéis inventar un cuento que suceda en el siglo XVI y en el que se cruce Europa con una excusa extravagante o podéis escribir una fábula que se titule El elefante y el rey.
7 comentarios:
Dejo mi fabula.
El elefante y el rey.
El rey fue a cazar elefantes. El elefante se dejó cazar. El rey lo cazó con un cazamariposas pequeño, por la trompa. En la foto, los dos sonrieron.
Moraleja1: Dos sonrisas mejor que una. Además son contagiosas.
Moraleja2: ¡Qué bonita es la fantasía!
Moraleja3: Si eres elefante y viene un rey sonriente a cazarte con un cazamariposas, déjate cazar y sonríe, pero si en vez de un rey es un monarca: huye. (Aquí está el problema, que los elefantes no saben distinguir entre los reyes y los monarcas)
El rey mató al elefante para robarle su gigantesca majestad. La multitud, lejos de admirarle, le señaló con el dedo. Entonces, el rey se vio a sí mismo como lo que era realmente: un hombre, un hombre muy pequeño.
La Real Empresa de caza de elefantes en su convulso devenir histórico, estuvo marcado por el último reinado del monarca de Botsuana, Quién inició su andadura gracias a la premonición del Rey; este pensó que si desarrollaba una empresa estratégicas y pública, pero a su nombre, llamándola “Real- y lo que fuera-”, para permitir y fomentar la caza de elefantes; sería rentable; y un filón económico -si todo el país participaba-.
Por otra parte, el Rey pensaba que así, obtendría riquezas y poder, no tendría que preocuparse de mantener a sus amigos y afines.
En principio, los paquidermos trompudos eran de todos los súbditos y vecinos, deambulaban libremente por todas partes, en el país y más allá, a su liberal capricho mastodóntico. Pero el avispado Monarca observó que si los elefantes se privatizaban y eran utilizados en un servicio de caza, como objetivos de las miras telescópicas, y si pasaban a ser todos de su propiedad Real, por decreto-ley; las arcas del Estado obtendrían unos pingües beneficios. Al él, el Rey de todos, le permitirían no tener que seguir pensando: ¿de dónde sacar dinero para mantener a tanto cortesano y funcionario adulador que le entretenía?
Aplicando lo que le habían enseñado en su Casa Real, sobre la esencia y el buen uso del capitalismo: Con esta aventura empresarial, sería él, el Soberano, su principal beneficiado. Poco importaría la tradición, el respeto que la población mantenía a estos animales. Cuando la calidad de vida de todos los súbditos mejorara, gracias a la empresa de caza de elefantes, a lo grande, pronto las viejas usanzas y costumbres serían olvidadas.
De este modo, enredó a toda su Casa Real en esta aventura empresarial, se dio el trabajo de convencer a toda la corte, y a su familia más directa, de lo rentable e interesante del proyecto. Se preocupó por la participación, de todos, en este evento comercial. Así, sin más dilación, dispuso que todos los Secretarios de Estado se pusieran a redactar una legislación sobre la caza de elefantes, y que esta, debería ser rentable y útil para él, como Jefe Supremo del Reino, y para el resto de súbditos para engrandecimiento del país.
Por recomendación de los cortesanos ilustrados, se creó: la “Guardia Real Elefantina de CAza”, conocida después como la GRECA, a la que se dotó del más altos estatus dentro del funcionariado; tanto en rango como en la altura física exigida a sus miembros: obviamente debían imponerse a los paquidermos y a los cazadores con su prestancia. En la selección del personal, se tuvo en cuenta el porte, el linaje y la renta. Para ello, buscaron y recolocaron a lo más selecto del ejército: a los más fieros y fieles servidores. Se pedían recomendaciones para ser integrantes del nuevo cuerpo real: por la trascendencia que tendría ser custodios de los paquidermos; cuerpo que sería instaurando con una nueva estructura orgánica: más funcional, rentable y práctica; de nueva planta.
Al nuevo cuerpo se apuntaron los más altos oficiales, los pertenecientes a las mejores familias del país. La selección se hizo entre los más nobles dignatarios, según criterios de fidelidad: valorando el pago de favores y los servicios políticos prestados. A los cargos se presentaron muchos familiares de Mariscales, Generales y Senescales, luego de pasar las pruebas, pasarían a formar parte del a GRECA: afamado cuerpo de cazadores de élite. En la entrada de su cuartel general se leía la divisa del cuerpo: “Cuerpo Real Elefantino de Cazadores - Emprendedores defensores de la vida privada del Rey de Botsuana”. El Monarca esperaba que, los guardias de élite de la GRECA, fuesen temidos, y considerados verdaderos linces y fieros guerreros por todos, en especial, por los demás países próximos a su Estado. En contrapartida, el Monarca se comprometía a pagar sueldos y contratos blindados estratosféricos, que deberían salir de las arcas reales, una vez se iniciara las cacerías programadas. El Soberano, como gran genio y estratega principal del proyecto de caza mayor, estableció que el único objetivo del cuerpo de cazadores de elefantes, era: obtener el máximo rendimiento económico, a través de las suntuosas cacerías de paquidermos. Para ello, los ojeadores del cuerpo, debían adular y ponerles fácil las presas a los cazadores usuarios-invitados; con la finalidad de que repitiesen esta excitante experiencia de caza mayor.
El ámbito del negocio cubriría todo el territorio del país. Se profundizó en una campaña informativa de calidad, dirigida a la aristocracia los otros países vecinos y reinos lejanos. Los permisos, formas, fechas y modalidad de la caza de elefantes, se fijaban con una invitación-contrato, previo pago en oro, joyas o valores, como acuerdo fijado, con una formidable cuota de inscripción que era tasada y confirmada por los contables del Cuerpo.
El Monarca botsuano pensaba que: su empresa de caza insignia, sería modelo único de la región y mundo conocido. Posibilitando ser la envidia de todos los demás naciones; ya que ricos y monarcas de los demás países: reyes, príncipes, nobles, financieros y empresarios de éxito; pagarían con divisas, joyas y oro; esta actividad tan gratificante y cara. Elucubraba que sus riquezas, poco a poco, se mantendrían e incrementaría, repercutiéndose en la calidad de la cacería de elefantes que irían ofreciendo. La estructura implementada se mantendría en régimen de monopolio; y en un futuro no muy lejano, gracias a las riquezas acumuladas, a la influencia conseguida sobre los demás soberanos, y el poder concentrado que tendría el Monarca; sería proclamado Emperador de la caza de elefantes. Saldría en los libros de texto escolares, como modelo a seguir y gloria a admirar. Sería la envidia de sus vecinos, modelo inalcanzable de todos los demás gobernantes. Proclamado históricamente como: "El mayor cazador de los grandes elefantes que hubiera habido en todos los tiempos"; en su propio reino, y en los demás reinos del entorno conocido. También pensaba que, para tener éxito en esta aventura comercial, aplicaría una política publicitaria y comercial elegante: que consiguiera influir en todos las personas de fortuna.
En otra línea de ideas, sostenía que: no tendría ningún tipo de escrúpulos con los enemigos defensores de los animales, los mantendría a raya: valdría toda estrategia para su desaparición; para ello, dentro de la GRECA, se creó un grupo especial de exterminio de indeseables.
De este modo se dio comenzó a la brillante aventura Real: Se inició con la adquisición, a bajo coste, de todo elefante que fuera detectado en los demás países limítrofes y se valló todo el reino para impedir su escapada. Hasta entonces, nadie se había preocupado de los paquidermos entre fronteras, ya que no se conocía utilidad, ni rentabilidad alguna en retener a los elefantes. Ningún habitante ni reino, se había interesado en sacar provecho de los paquidermos, dado que todos los habitantes del reino y de los países vecinos eran vegetarianos.
El negocio del Monarca botsuano comenzó siendo un éxito rotundo, los demás pueblos quedaron fascinados con la nueva modalidad y tipología de caza. La exclusividad del negocio en régimen de monopolio, permitió que todas las riquezas de los demás países vecinos, fueran acabando, tacita a tacita, en manos del ingeniosa Rey de Botsuana. Pasaron veinte años de vida feliz para los botsuanos: hubo desarrollo urbanístico, enriquecimiento de la población, superávit bancario... más entre los principales próximos al Monarca, pero, a todos llegó las migajas del negocio.
Pero, no todo es eterno; lo malo fue que, transcurrido esta etapa de vacas gordas, comenzó a detectarse un enorme e irresoluble problema: el bajón en la población de trompudos paquidermos en todo el país, con el agravante de que solo quedaban elefantes en Botsuana. La presión de los potentados cazadores, no dejaba tiempo para la recuperar las poblaciones de estos animales. Los magnates de países vecinos y lejanos, sus familias y allegados: los ricos y poderosos, con familias numerosas, no dejaban de arribar a Botsuana para llevarse un par de colmillos. Incluso la Guardia Real Elefantina de Caza del reino tuvo que mantener encarnizadas luchas con otros ejércitos de magnates rencorosos y vengativos, servidores de todos aquellos que se habían sentido desairados por una mala cacería.
Ahora, después de los primeros años de un éxito boyante, inconmensurable, de la empresa de caza real, que beneficio a toda la población en general; las tornas cambiaron: los ciudadanos de Botsuana sintieron que las cosas empeoraban, la calidad de vida bajó, ya no eran tan ricos como antes, y además, se habían acostumbrado a vivir por encima de sus posibilidades. Otros reyezuelos vecinos habían copiado la idea del Monarca de Botsuana: habían montado empresas similares: de caza de leones, de caza de rinocerontes… esto se propagó como la pólvora: hasta los reinos lejanos montaron cacerías de tigres y osos.
En el Reino de Botsuana tuvieron que bajar los precios de las cacerías, y a pesar de ello, los magnates regateaban. Ya no era el negocio próspero de los primeros años. No había tanto dinero circulando por el reino. Las revueltas comenzaron: la población más empobrecida, culpaba de todo al Monarca, por su falta de previsión, por su desmedido lujo. Los políticos le acusaban de no haber diversificado el negocio de la caza, y decían: "de aquellos polvos, estos lodos". Ahora, en plena crisis económica del mundo conocido, el Emperador de Botsuana, se sentía amenazado, inclusive por sus propios súbditos y políticos, de aquellos desagradecidos que él había encumbrado. La soberanía de su reino peligraba. Inclusive llegó a sentir pánico de tener que rebajar su propio nivel de vida, él que no podía renunciar al reconocimiento que se le debía por su corona. No había nadie que defendiera sus intereses. Comenzó una campaña trastornada: La Hacienda Pública pretendía nacionalizar todo los recursos estratégicos, como: el agua, la pesca, el ganado doméstico, las montañas y hasta el propio cielo; para obtener los beneficios a que se habían acostumbrado todos los estamentos del Estado. Esto llevó a situaciones complejas, como un conflicto con el Vaticano, por querer un reino de este mundo, comerciar con el cielo, lugar estratégico donde se iban a parar parte de todas las almas de los hombres, después de muertos.
Con cierto carisma populista, del que el nuevo emperador de Botsuana hacía gala, informó a su corte, que había que cambiar de estrategia. El Monarca había comenzado a ver las orejas al lobo, y taras mucho discurrir y dudar, encontró la solución, planteando otra actitud, mostrado en un memorable discurso de Navidad: Propuso que toda la corte se rasgase las vestiduras. Y sostuvo un violento discurso contra los reinos vecinos, con amenazas prebélicas muy enérgicas: "Claras y contundentes"; que no podían ser desveladas, por respeto a la seguridad nacional. Nadie, ni los cortesanos conocían exactamente, cuáles iban a ser dichas medidas, pero, el Emperador ya tenía la solución a tanto malestar.
Días después, la prensa y los medios de comunicación de Botsuana apoyaron al discurso Real. Las posiciones de los países vecinos fueron calificados de: “Unilaterales, hostiles y malignas para Botsuana y contra su ilustren Emperador”.
Un comentarista del periódico más influyente, escribió: “A lo mejor, deberíamos tomar medidas más contundentes, y recuperar todos los animales salvajes que los demás países utilizaban para boicotear la caza de elefantes. Y así, volver a tener el concesión en exclusiva de la antigua y muy noble empresa botsuanas de caza, como paladines estratégicos que siempre fueron, ya que era una obligación de Estado: Mantener el beneficio común público de la caza para todos los botsuanos, y los demás países no deberían seguir con este afán libertino de actuar sin permiso de las patentes de caza de Botsuana.- según decía este parodista- Se habían montado empresas de caza liberales y privadas, atentando a la industria pública nacional de Botsuana, á única que tenía el derecho de rentabilizar la caza en este país, en beneficio del bien común, perjudicando a todos los accionistas botsuanos. Al final del artículo, incitaba con una flamante proclama: "El país, todo Botsuana, debía tomar represalias contra esta intromisión en la soberanía nacional", "Las demás naciones tiene la obligación de respetar a la caza, sólo se permitiría cazar dentro de Botsuana. Y en caso de negarse a acatar esta norma, deberían ser invadidos". Luego razonó que esta última medida daría la ventaja adicional de permitir expandir el territorio botsuano y habría más caza, y hasta en ultramar se podría montar sucursales de la Real Empresa de caza de Botsuana, como modelo insignia del comercio altamente rentable para todos.
El reino entero, con el Emperador a la cabeza, hizo suyas estas opiniones…y comenzó las largas guerras con los países vecinos, con alianzas y contra alianzas, de las que nadie sabía: cuándo, dónde y cómo acabarían. Lo que sí desaparecieron de toda la tierra, fueron los elefantes.
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