domingo, 25 de diciembre de 2016

Ausencias


En un día tan importante para los nacimientos como éste, os recuerdo que hace justo un mes, el 25 de noviembre, habría cumplido 454 años Lope de Vega. Eso sí que es una ausencia y no la que retrata él mismo en este soneto:


Ir y quedarse, y con quedar partirse,
partir sin alma, y ir con alma ajena,
oír la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse;

arder como la vela y consumirse,
haciendo torres sobre tierna arena;
caer de un cielo, y ser demonio en pena,
y de serlo jamás arrepentirse;

hablar entre las mudas soledades,
pedir prestada sobre fe paciencia,
y lo que es temporal llamar eterno;

creer sospechas y negar verdades,
es lo que llaman en el mundo ausencia,
fuego en el alma, y en la vida infierno.


Lope fue una especie de Leonard Cohen de su época, sólo que mucho más prolífico. Fue un hombre que vivió en el mundo, que tuvo éxito, que conoció el amor y la ausencia, nos queda claro. Pero en la historia que de él cuenta la Wikipedia, sus amores exagerados superan todo lo imaginable. No es de extrañar que en sus obras dramáticas se saltase la unidad de acción y optase por desarrollar dos acciones paralelas al estilo italiano. Pocas me parecen.

Os copio un párrafo del artículo de la Wikipedia:

"Durante bastantes años Lope se dividió entre los dos hogares y un número indeterminado de amantes, muchas de ellas actrices, entre otras Jerónima de Burgos, como da fe el proceso legal que se le abrió por andar amancebado en 1596 con Antonia Trillo; también se conoce el nombre de otra amante, María de Aragón. Para sostener este tren de vida y sustentar tantas relaciones e hijos legítimos e ilegítimos, Lope de Vega hizo gala de una firmeza de voluntad poco común y tuvo que trabajar muchísimo, prodigando una obra torrencial consistente, sobre todo, en poesía lírica y comedias, impresas estas muchas veces sin su venia, deturpadas y sin corregir."

Además, Lope fue el primer autor español que pudo vivir de lo que escribía, enorme mérito. Pero al final, entre la ausencia y la presencia, debió hartarse, o arrepentirse o convertirse y se ordenó sacerdote. Esto no impidió que siguiera amando a mujeres, pero sí parece que de un modo más calmado. Cohen también se recluyó en un monasterio y regresó.

El ejercicio de hoy puede ser muchos. Podéis hablar de la ausencia y de la presencia o no hablar de ellas. Podéis escribir un soneto. Podéis hablar de Lope o de Cohen. No sé, también podéis leer el soneto otra vez, en voz alta, ausentaros de esta página y volver a vuestra vida.



3 comentarios:

Maria José dijo...

No quiero rejas, aunque sean doradas.
No quiero jaulas que frenen mi vuelo.
Que no haya sogas que me aten al suelo.
Que quiten cuerdas que plieguen mis alas.

Porque fueron, de tu amor, las palabras,
lumbres encendiendo en mí frío fuego.
Locura de amor que tomé por juego
sin ver en tus besos cartas marcadas.

Hoy me miras detrás de este soneto
sonriendo, quizás, ante mi audacia,
en tu monte de dios omnipresente.

Se termina mi amor en un terceto,
escrito con dolor en esta estancia,
que decirte adiós es de valientes.





Mª José Olivares

Anónimo dijo...

Después de leer el soneto de Lope, me parecía inmejorable, pero el tuyo María José es insuperable. La hostia, que diría un vasco.
Por lo que se ve, follar siempre que no se derrame el semen, fuera de la vagina, siempre salió caro.

Unknown dijo...

Muy buen poema Maria José. precioso.