domingo, 7 de junio de 2015

Cyrano 2015


Una vez me pasó algo flipante. Una paciente debía comunicar algo importante a un familiar y no sabía cómo, y sin saber nada de mi relación con Cyrano me pidió:

¿Por qué no me escribes tú algo?
Hazme de Cyrano

Muy bueno fue también lo del Día del libro, que una chavala me pidió un poema y, con el resultado en la mano, ella lloró y a mí se me pusieron los pelos de punta. Parece fácil. ¿Verdad?



En fin. En el Maratón volverá a estar Cyrano, como todos los años a vuestra disposición el viernes 12 y el sábado 13 a partir de las 19 h. Escribiremos los poemas y los relatos que nos pidáis o, al menos, lo intentaremos.

Hoy os pido que me escribáis un poema o una historia en los comentarios, pero no me escribáis a mí, escribidle a Cyrano. Él os da las gracias por adelantado.

(Para los muy observadores, esta ilustración no es exactamente la misma que colgué el año pasado en relacion con Cyrano. Ésta es la mía, que ya tiene años y por fin he decidido enmarcarla)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Cyrano este año, ahora que han pasado las elecciones municipales y regionales, y dado que dentro de poco vendrán las generales. Tú que siempre buscas la justicia, te pido que nos ilustres e ilumines: ¿Cómo deben ser nuestros gobernantes?
A mí me gustaría que fueran:
Eficientes, pero que tengan en cuenta lo que pensamos.
Honestos e imparciales, que no nos engañes ni oculten sus actos con argucias.
Responsables, que cumplan lo que han prometido en sus programas electorales, y que respondas de sus decisiones y actos.
Temporales, y no hagan de la política su única profesión y razón de vida.
Generosos con la mayoría y no con sus amigos y familiares.
Conocedores de la realidad limitada, y no guiados por modelos idealistas.
Innovadores y sagaces, cautos y decididos, conocedores del terreno que pisan.
No sé si es mucho pedir…
jemart

Anónimo dijo...

En el bosque, tras el árbol más frondoso, se escondía Cyrano. Desde allí, veía pasar a Caperucita cada tarde. Su mirada la seguía hasta la casita de madera en la que vivía su abuela. Observaba su forma de caminar, su capuchón colorado, su cesto cargado de tarros de mermelada. Y siempre le asaltaba la misma tentación: contarle una historia que la hiciera temblar, la historia del lobo que la esperaba al final del camino.

Anónimo dijo...

No estamos preparados para perder el tiempo, da miedo perderlo, no es recuperable. Conforma pasa la vida se transforma en un pasatiempo. Da igual perderlo que aprovecharlo, su duración es la misma. El tempo y el lugar casi nos condicionan, estamos de paso a algo desconocido, bañado por los sentidos, grabando con los ojos la realidad imaginada, como una visión única e irrepetible, luchando contra las sombra de la muerte. Ni las causas, ni las razones importan. Nada está escrito, pero no podemos salirnos del camino, ya que la luz no nos ilumina.
jemart