miércoles, 24 de junio de 2015

Cómo ser escritor y no morir en el intento


Alguna vez os he dicho lo que pienso al respecto. Creo que escribir es un oficio en el que, independientemente de las capacidades previas, como en todo oficio, uno mejora si no para de practicar. Da igual que escribas cartas, poemas, relatos, novelas, tuits, blogs. Lo importante es escribir, leer -si es posible de los buenos- y ser crítico y entusiasta.

De todos modos, para aprender más, siempre se pueden hacer otras cosas y jugar es una de ellas. Os dejo este juego de cómo ser un escritor para que paséis un rato y nos contáis en los comentarios:

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando escribimos, sin querer, conscientes o inconscientes, nos miramos el ombligo. Se puede mejorar un estilo de escritura…practicando, leyendo mucho, mirando al exterior, remirando la vida. Pero lo más importante es: cómo de intensa es nuestro propio mundo interior, y cómo transmitimos a los demás las vivencias reales o imaginadas que se nos pasan por la cabeza. Así, cualquier camino que dibujemos con la escritura, será compartible. Desde luego, jugar es una de las facetas más importantes de la vida. “El quijote” es un libro de juegos imaginativos único, de ahí su valor. El éxito y el reconocimiento son agregados secundarios, que vienen bien, como el dinero para ser feliz, pero que no es el ingrediente fundamental. Aunque sea valorado de otra manera por el conjunto social, y más en los tiempos que corren de valores mediáticos.
jemart

Anónimo dijo...

Caminaba el caminante por una angosta vereda, topóse con un ciego que descansaba a la sombra de un tilo, al borde de un cruce de caminos. Peguntó el caminante: ¿Por dónde se va al pueblo? El ciego respondió con otro pregunta: ¿A qué pueblo? El de la derecha va a Ricarón, pueblo silenciosos y cerrado, de vecinos ricos, que desconfían de los extraños; y dónde no abrirán las puertas ni para dar un vaso de agua a un viajero sediento. Por el camino de la izquierda se pasa por Rocacamojada, pueblo pobre y levantisco, donde los vecinos se sienta a las puertas de sus pobres casas a ver pasar el día. No suelen tener nada, ni trabajo, pero son afables y habladores… si tienen algo, lo compartirán. El ciego hizo una pausa y volvió a preguntar: ¿Qué es lo que busca en la vida? El caminante dijo: Quisiera llegar a un lugar para vivir, donde la gente fuese amable, generosa, rica y tranquila. El ciego contestó: Esa mezcla que persigue Usted, no existe, yo nunca lo he encontrado, ni oído entre los parroquianos de ninguna villa por las que he pasado. Nadie me ha contado de la existencia de un lugar así, y mire que me paso las horas escuchando. Si existiera, yo también me iría con Ud. a buscar ese lugar, pero me temo que daríamos la vuelta al mundo y no lo encontraríamos. Ante tal respuesta el caminante propuso al ciego que ellos dos empezarán por formar, en ese mismo cruce de caminos, un pueblo con estas características de buen vivir. El ciego dijo: Yo lo haría, pero quién me asegura que Ud. es así, y yo tampoco estoy seguro de mi comportamiento; no siempre actúo de la mejor manera posible para con los demás. Dicho esto, el caminante siguió por el camino a Rocamojada, pensando que era el pueblo menos malo, dentro de la ruta que perseguía.
jemart