sábado, 25 de octubre de 2014

Taller Cortazar I



Vamos a jugar con Cortázar un poquito en este año de su centenario.
Empezamos trabajando sin muchos preámbulos. Os propongo que empecemos con el siguiente texto que está incluido en Historias de cronopios y de famas publicado en 1962, un año antes que Rayuela:


Maravillosas ocupaciones

Qué maravillosa ocupación cortarle la pata a una araña, ponerla en un sobre, escribir Señor Ministro de Relaciones Exteriores, agregar la dirección, bajar a saltos la escalera, despachar la carta en el correo de la esquina.
Qué maravillosa ocupación ir andando por el bulevar Arago contando los árboles, y cada cinco castaños detenerse un momento sobre un solo pie y esperar que alguien mire, y entonces soltar un grito seco y breve, girar como una peonza, con los brazos bien abiertos, idéntico al ave cakuy que se duele en los árboles del norte argentino.
Qué maravillosa ocupación entrar en un café y pedir azúcar, otra vez azúcar, tres o cuatro veces azúcar, e ir formando un montón en el centro de la mesa, mientras crece la ira en los mostradores y debajo de los delantales blancos, y exactamente en medio del montón de azúcar escupir suavemente, y seguir el descenso del pequeño glaciar de saliva, oír el ruido de piedras rotas que lo acompaña y que nace en las gargantas contraídas de cinco parroquianos y del patrón, hombre honesto a sus horas.
Qué maravillosa ocupación tomar el autobus, bajarse delante del Ministerio, abrirse paso a golpes de sobres con sellos, dejar atrás al último secretario y entrar, firme y serio, en el gran despacho de espejos, exactamente en el momento en que un ujier vestido de azul entrega al Ministro una carta, y verlo abrir el sobre con una plegadera de origen histórico, meter dos dedos delicados y retirar la pata de araña, quedarse mirándola, y entonces imitar el zumbido de una mosca y ver cómo el Ministro palidece, quiere tirar la pata pero no puede, está atrapado por la pata, y darle la espalda y salir, silbando, anunciando en los pasillos la renuncia del Ministro, y saber que al día siguiente entrarán las tropas enemigas y todo se irá al diablo y será un jueves de un mes impar de un año bisiesto.


El ejercicio de hoy, como habéis adivinado, es escribir una frase o quince que empiecen así: "Qué maravillosa ocupación..."

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué maravillosa ocupación hablar, escribir, leer, comer con la gente a la que quieres.
Qué maravillosa ocupación parar durante un año o dos y pensar en lo que te apetece hacer con tu vida.

Anónimo dijo...

Que maravillosa ocupación...no tenér ocupación. Decidir un día cualquiera que sus 24h van a ser para ti,que nada va importar, que te vas a meter entre paréntesis, que vas a ponerte en off.
Y llamas al trabajo para informar sin apenas explicaciones, y vuelves a la tibieza de las sábanas, para que te abrace Morfeo y te lleve de nuevo a soñar...hasta que sientas que no puedes seguir en horizontal, entonces toda la casa sabe a café y pones musica de esa de no llorar y bailas delante del espejo en bragas y camiseta y te gusta lo que ves.
Y decides bañarte en espuma, sentir el contacto de la la pelicula de agua, jugar a ver cuanto tiempo aguantas la respiración, imaginar que tienes cola de sirena.
Y despues, no sé...¿qué importa? Subir a la terraza a secarte con rayos de sol, echarte crema por todo el cuerpo, recitar unos cuantos poemas, repasar antiguas fotos para reite de la pinta que tenias, ordenar los libros de la estanteria, y releer las frases subrayadas y acariciar sus páginas y los recuerdos (esto último puede llevarte horas)
Comer solo cuando tengas hambre, poner otra vez esa peli, preparar un viaje, llamar por teléfono y colgar, imaginar como te gustaría que fuese todo, practicar un poco el onanismo y volver a dormir.

Anónimo dijo...

Asalto, escritura colectiva:
www.fundacionrobo.org/asalto
jemart

Anónimo dijo...

Qué maravillosa ocupación es soñar con no hacer nada, o mejor, pensar en hacer lo que te venga en gana. Más maravilloso sería que todos hiciéramos lo mismo… pero no, muy pocos pueden, gracias a que otros mantienen sus sueños. El resto de los mortales lo anhelan, juegan a la lotería para conseguirlo. El Estado lo sabe, la ofrece para obtener pingües beneficios. Pero, si por un virus universal, todos empezáramos a hacer lo que realmente queremos, los jefes se quedarían sin trabajo, las multinacionales sin trabajadores, los estados sin funcionarios, los curas sin bodas, los cementerios sin enterradores, las calles sin barrer, los coches sin gasolina. Los campos sin labrar. Los bosques asaltarían a las ciudades, la educación sería un juego. Y el hombre… ¿En qué se convertiría?-En un hombre de verdad, o en una fiera.
jemart