El ejercicio de hoy tiene que ver con Alicia. Cada uno debe elegir su momento preferido de Alicia y contarnos por qué le gusta o modificarlo a su gusto o escribir lo que quiera sobre él.
El que más me gusta a mí es el que retrata la imagen, cuando Alicia, medio desdesperada le pide ayuda al gato de Chesire para para escapar de ese mundo de locos:
El Gato, cuando vio a Alicia, se limitó a sonreír. Parecía tener buen carácter, pero también tenía unas uñas muy largas Y muchísimos dientes, de modo que sería mejor tratarlo con respeto. -
- Minino de Cheshire -empezó Alicia tímidamente, pues no estaba del todo segura de si le gustaría este tratamiento: pero el Gato no hizo más que ensanchar su sonrisa, por lo que Alicia decidió que sí le gustaba-. Minino de Cheshire, ¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?
- Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar - dijo el Gato.
- No me importa mucho el sitio... - dijo Alicia. - Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes - dijo el Gato.
- ... siempre que llegue a alguna parte - añadió Alicia como explicación.
- ¡Oh, siempre llegarás a alguna parte - aseguró el Gato- , si caminas lo suficiente!
A Alicia le pareció que esto no tenía vuelta de hoja, y decidió hacer otra pregunta:
¿Qué clase de gente vive por aquí?
- En esta dirección - dijo el Gato, haciendo un gesto con la pata derecha- vive un Sombrerero. Y en esta dirección - e hizo un gesto con la otra pata- vive una Liebre de Marzo. Visita al que quieras: los dos están locos.
- Pero es que a mí no me gusta tratar a gente loca - protestó Alicia.
- Oh, eso no lo puedes evitar - repuso el Gato- . Aquí todos estamos locos. Yo estoy loco. Tú estás loca.
- ¿Cómo sabes que yo estoy loca? - preguntó Alicia.
- Tienes que estarlo afirmó el Gato- , o no habrías venido aqui.
A mí me gusta esta escena porque hay que estar un poco loco para haber llegado hasta este punto y encima ponerse a escribir justo después.
A Roberto le pediría que escribiera sobre eso que cuenta tan bien de lo necesario que es tener un poco de Alicia y finalmente no quedarse atrapado en el espejo, sino atravesarlo, pero no sé si se animará.
Ah, y recordar al grupo de la Biblioteca que mañana martes 5 nos reunimos donde siempre a las 19 h.
10 comentarios:
La distancia entre la locura y la cordura es tan fina como una línea, es una cuerda, ni recta ni continua, se presenta cuando menos la esperamos. Casi todos tenemos nuestras propias locuras, sin ellas, no habríamos venido a la vida, somos creados por un arrebato, por una locura; el que las pierde, no puede apreciar los sabores y ni la vida. La vida y la locura van atadas. La cordura marca el final del tiempo, y acabamos en la cordura mortal del vacío: todo muerto es cuerdo, ni dice ni niega. En medio, la vida, si la llenamos de locuras, disfrutaremos. Ya vendrá la sensata muerte a apagar nuestro corazón y acabar con las chifladuras que nos motivan.
Alicia y el Gusano se contemplaron en silencio durante dos minutos y ventiocho segundos.
(...)
-Joven, ¿podría saberse quién eres?
(...)
-Quería decirle que ahora mismo no sé quién soy...
-¡Cáspita!
-No soy Cáspita, no, señor: en todo caso, Alicia, aunque también lo dudo...
(...)- ¿Qué te ocurre?
-¡Casi nada! Que primero me he encogido a unos dos palmos, luego me he estirado casi tres metros; después, enana otra vez; en seguida, gigante; y enana; y gigante; y enana...
-¿Y eso te sorprende?
-Ya no, porque me voy acostumbrando. Pero no deja de ser un trastorno.
"Alicia mordió la cabeza del álfil negro. Le atrajo su aroma de cacao y luego, aquel irresistible sabor ligeramente amargo,...
- Niña, ¿quíen es el pervertido que escribió tu personaje? preguntó la Reina.
- No lo sé -dijo Alicia- pero en los cuentos a todos los los pequeños les encanta el chocolate, no veo nada extraño, además personaje lo sereis vos Majestad, yo soy una niña, lo acabais de decir.
- Yo nunca recuerdo lo que digo, insolente, - contestó mientras arrancaba una almena de la torre blanca.
- Pero, entonces,- dijo con los ojos muy abiertos Alicia- ¿como sabeis si respondo a lo que me preguntais o no?
- Maldita niña, insolente, insolente...
Alicia llamó al 90290236666 y preguntó a la estrafalaria tarotista:
¿Quién soy yo?
¿Podrías preguntarme algo más concreto, de salud, de fortuna, de amor?
Supongo que sí, pero ahora no me interesa. Lo que quiero saber es quién soy yo o qué va a ser de mí.
Dime un número
El cinco
La adivina baraja y extrae cinco cartas. Muy seriamente asevera:
Veo un problema de salud que eclipsa tu fortuna.
Sí, han estado a punto de cortarme la cabeza.
Y de amores no veo. Dicen las cartas que has de madurar.
¿Y qué más dicen?
No sé, me está pasando una cosa muy extraña. Cuatro cartas están boca arriba sobre la mesa, pero una se mantiene en pie. No me había pasado nunca.
No me digas más, se rió Alicia, es la Reina de Corazones.
Alicia, 25 años después de aquel viaje.
Alicia llegaba agotada de trabajar como cada día a eso de las 21h. Siempre se arrepentía de no organizarse mejor en la oficina y de perder demasiado tiempo en leer correos estúpidos, pero su destino era terco, y al final siempre acababa llegando a casa tarde. De todos modos, no parecía importarle mucho, no había nadie esperándola en el sofá con la cena preparada. “Mejor”, pensó, “no creo que fuera capaz de ver siempre la misma cara, soportar las mismas manías, escuchar las mismas opiniones”. Era definitivamente una persona solitaria, nunca había sentido la necesidad de compartir su vida con alguien, al menos, con alguien de este lado.
Desde que había vuelto de su viaje de El País de las Maravillas nada había sido igual. Hacía ya 25 años de aquello, y en ocasiones dudaba si había sido un viaje real o un mal sueño que había condicionado su existencia para siempre. Los primeros días resultaba divertido: las fotos, los mensajes de admiradores, las televisiones locales en casa de sus padres… Era una niña, y se lo tomó como un juego. Consiguió además juntar algún dinero que después le había venido bien. El tiempo pasó y poco a poco fue convirtiéndose en un personaje olvidado, que había dejado los estudios demasiado pronto sin saber qué quería hacer en la vida. Había sido siempre una niña caprichosa y consentida, acostumbrada a la infelicidad. Sólo era capaz de disfrutar con la lectura, pero era demasiado vaga como para intentar vivir de la literatura. Se había ido aislando poco a poco, primero de las amigas, después de su hermana y por último de sus padres, a los que sólo veía dos veces al año, el día de Navidad y uno cualquiera de sus no cumpleaños, que ellos escogían al azar para visitarla.
Alicia!! Me encanta
Alicia miró a las nubes y pregunto:
¿Por qué cambian de formas?
La Reina, con desden le contestó:
-Porque el aire las mueve, las empuja, las frena, las estira o las aplasta.
Alicia insiste: Pero las formas son bonitas y siempre parecen cosas y animales.
La Reina con cara aburrida le dijo: Niña, ¿no tienes otra cosa en que pensar? Márchate y deja que sueñe con mi reino.
Alicia: Pero las nubes también son de tu reino.
Reina: Sí, pero son una insolentes, como tú, sólo están de paso… y hacen lo que les da la gana. No obedecen mis órdenes. A veces me gustaría que desfilaran alineadas, como mi ejército. Pero no hay modo, ni poniendo grandes ventiladores hacen caso.
Alicia: De todos modos son bonitas y parecen tan blandas y suaves... me iré a jugar con ellas.
Reina: Eso, márchate ya, que me trastornas con tu perorata insulsa. Yo tengo importantes asuntos que esperan ser pensados.
Llegó un momento en que Alicia no supo discernir en cuál de los dos lados del espejo estaban más locos. En los dos había gobernantes que gritaban “Que les corten la cabeza” y gente bien vestida pendiente de sus relojes. En ambos lados sucedían cosas extrañas a diario. Así que una noche Alicia entró en su cuarto y colocó un espejo frente a otro lo que provocó que el mismo reflejo se repitiera una y otra vez hasta perderse en el infinito. Fue saltando de mundo en mundo hasta que al final se quedó a vivir en uno de su agrado, un mundo en el que gobernaba un enorme cucurucho de helado de vainilla que solucionaba los problemas hablando hasta llegar a un acuerdo. Lo nunca visto.
Alicia se encontro con el conejo ese de reloj daliniano. ¿ Le pregunto como te llamas conejo ?, este le respondió te dire mi nombre si me enseñas tu conejito, ese que llevas escondido debajo de tus inmaculadas bragitas.
Alicia se lo enseño, el conejo contesto : Me llamo Carrol, Lewis Carrol.
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