sábado, 1 de enero de 2011

Propósitos para el nuevo año: correr

El otro día Félix me habló de este libro que aquí se llama "De qué hablo cuando hablo de correr". Resulta que Murakami, además de escribir novelas inquietantes y absorbentes llenas de personajes marginales y de música, corre, y corre mucho.
Os lo recomiendo, porque uno lo termina y tiene ganas de empezar a correr, algo muy bueno cuando es Año Nuevo y te siguen sobrando los mismos kilos que el año pasado. Claro que hoy, precisamente hoy, quizá no sea el mejor día para salir a correr, pero quizá mañana sí.
Como veis, mi disposición al cambio no es óptima, pero os voy a copiar un par de párrafos del prefacio:

Un día, mientras leía el International Herald Tribune tumbado en la habitación de un
hotel de París, encontré por casualidad un especial dedicado a los corredores de
maratón. En él entrevistaban a un montón de corredores famosos y, entre otras cosas,
les preguntaban qué clase de mantras recitaban en el interior de sus mentes para
conseguir autoestimularse durante la carrera. Era muy interesante. Cuando lo leí,
quedé admirado al comprobar las cosas tan diversas que la gente pensaba para poder
correr aquellos 42,195 kilómetros. Así de terriblemente despiadado era el maratón: un
deporte imposible de practicar si uno no se recitaba mantras a sí mismo o hacía algo
por el estilo.
Había un corredor que decía que, ya desde que empezaba a correr, y luego durante
toda la carrera, no hacía más que rumiar para sus adentros una frase que le había
enseñado su hermano, que también era corredor: Pain is inevitable. Suffering is
optional, el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional, depende de uno. Por
ejemplo, cuando una persona que está corriendo piensa: «Uf, qué duro, no puedo
más», lo de la dureza es un hecho inevitable, pero lo de poder o no poder más, eso
queda ya al arbitrio del interesado. Creo que estas palabras resumen de manera clara y
concisa lo más importante de un maratón.

En el texto hay muchas reflexiones interesantes de un maratoniano lúcido y hasta un micromanifiesto antipedagógico: "Lo más importante que aprendemos en la escuela es que las cosas más importantes no se pueden aprender allí". Pero no os quiero liar. El ejercicio de hoy es simple: hablemos de correr, de cuando corríamos y de cuando no éramos capaces, de aquella vez que corrimos.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola a todos.Soy de Uruguay y les comento a modo de información ,que aquí se edita esta semana próxima, un nuevo libro del famoso escritor uruguayo Enrique Ortega Salinas,cuyo título es:"Verdades Mentirosas".Está muy interesante como todos sus libros anteriores.Si quieren pasar esta información ,les agradezco desde ya.Aparece también en la página de Facebook del autor.Saludos a todos los del club y feliz 2011.-Ily.-

Anónimo dijo...

Tú sí que has corrido chaval para contarnos lo del famoso escritor que por cierto a mí no me suena...

Jesús Rocha dijo...

Correr es una de las cosas más humanas que hay; en ello, alguna vez, nos habrá ido la vida, sino a nosotros, a nuestros ancestros. Correr nos iguala como seres. Cuando empezaron a llegar reyes, caballos, coches, barcos y aviones; el correr se desvirtuó. Hoy el correr es una remembranza natural del pasado, y es grato hacerlo en compañía, aunque cada uno tenga su ritmo y la mente ensimismada; nos une. El hombre tiene dimensiones mentales, sentires insospechables; cuando corremos, activamos pensamientos que de otra manera no saldrían. Las pocas veces que he sentido un espíritu sobrenatural, lo he alcanzado corriendo; será que cuando voy sobre zapatillas pareciera que volara. Por cierto:!Viva la Sansilvestre!

BRAGAOMEANO dijo...

Yo lo que se dice correr, solo lo he hecho dos veces y las dos delante de un toro y porque me iba la vida en ello. Porque sino sigo la maxima de los rebeldes sin causa :
" Correr es de cobardes ".
El que tiene que correr es el 2011 y lo más rapido posible, odio los años impares.

David Ruiz dijo...

PROPÓSITOS PARA EL 2mil11

empezar a fumar
ahora que está prohibido en todas partes

beber de manera profesional
hasta que me condenen a resaca perpetua

sentarme al teclado
y sacarme todas estas historias de la cabeza

perder todo mi dinero
en una partida de póquer con banqueros

pegarle fuego a un obispo
para que se haga una idea de lo que le espera

exigir el desarme mundial
a punta de pistola en la sede de naciones unidas

prostituirme sin pudor
en las esquinas del alma, sexo por compasión

practicar la sodomía verbal
esto es, no callarme nada y seguir dando por culo

ser un buen padrino
y empezar a devolver los favores pendientes

venderme al mejor impostor
para costearme la carrera de psicología

traficar con libros
a la puerta de los colegios y a plena luz del día

en definitiva, ser mejor persona
por eso correr no entra en mis planes

Jesús Rocha dijo...

¡Hombre! David, los que corremos no somos ni mejores, ni peores; solo nos movemos en una ontología cambiante, contradogmática en el espacio, buscando una utopía reguladora del tiempo, a pesar de los secretos que encierran las voluntades de los movimientos. Desmitificamos los espacios ente urbanizaciones y soledades, buscando una nueva hermenéutica del pensamiento débil, con la finalidad de obtener suave impacto bajo nuestras plantas (la tierra).

David Ruiz dijo...

Sin paños calientes Jesús, todo el mundo sabe que los que correis sois mejores personas que los que no lo hacemos.

BRAGAOMEANO dijo...

¿ Donde se sacan los titulos de buenas personas ?
¿ Quien son los sumos sacerdotes del sanedrín ?.
Buenas y malas personas, como pasa con los idiotas, hay en todos los lados tanto en los que corren, como en los que fuman, en los que van a misa o son ateos.
Yo intento ser buenos con los que son buenos conmigo y el mismo demonio con los que intentan llevarme a la ruina, tanto moral como económica.

Daniela Henández dijo...

Pasó la vida corriendo. De pequeñito,cuando su voluntad era casi siempre dirigida,corrió para asearse, para desayunar, para no llegar tarde al colegio,para coger el autobús, para no llegar tarde al médico. Cuando fue crediendo corrió para hacer los deberes,para llegar puntual al entrenamiento y a las clases de inglés. De adolescente corrió para terminar sus trabajos, para ir a la escuela de idiomas, para estudiar y obtener la máxima calificación...
De joven siguió corriendo para llevar al día sus compromisos, para preparar su proyecto, para llegar a las entrevistas de trabajo.
Algo menos joven ya se dio cuenta de que le había faltado correr para dejarse querer.

Anónimo dijo...

Corremos huyendo de la muerte , batalla perdida porque vamos indefectiblemente en su busca, nos cargamos de equipajes inútiles que no nos dejan avanzar, nos calzamos zapatos incómodos que nos deshollan los pies.A veces nos ponen la zancadilla y otras buscamos el agujero , la rama ,el desnivel ,que nos hunda en el barro.Lo peor de todo es que si volvieran a dar el pistoletazo de salida , haríamos de nuevo la misma carrera

Anónimo dijo...

Correr entres los 12 y los 16 era el mayor martirio, odié a Cooper y su porquería de test que me amargó, me dejó sin aliento, con la cara roja fresón y con un flato de narices.
Correr a los ventitantos, por propia voluntad {quien me vio y quien me volvió a ver) me hizo valorar el esfuerzo, el llegar al punto de -y ahora ya no puedo- para pasar al otro punto de -yo quiero y entonces puedo y ya no paro-..y ese placer de querer es poder es lo que más echo de menos, creo que podría llamarse superación..
Ahora, a los treinta y cinco, no sólo corro sino que salto, hago piruetas, pesas y mil formas alternativas de deporte gracias a mi hijo, Pablo, pero el puntito ya no es el mismo, sino que puede ser glorioso o aterrador, y siempre agotador.., prefiero aquel correr de los ventitantos y lo echo de menos, pero supongo que volveré, porque tengo facilidad para engancharme de cualquier cosa que pueda ser un vicio, aunque sea correr, Mr. Cooper.

María

lorenz dijo...

Correer, corrreerrr, pàra escribir, en menos de20m. el cuento de nav idad.
Me gusta la bendita navidad, pero no puedo confesarlo abiertamente, se cachondearían de mi, todos los de la panda, así q tengo q entresacar de la memoria los pequeños inconvenientes, para no pasar por sensiblero.
La historia del corderito roto, figurita del belén del abuelo. Heredado a su vez de su abuelo. Menuda bronca montará. Eran 5 corderitos, los tenía contados. Mira q nos dijo procurásemos impedir que los crios cogiran las figuras, y se me rompe a mí.¿Podía haber sido el nene travieso q, al saber anda!r, todo lo toca? además no sabe hablar, afortunadamente, con lo q no puede defenderse. ¡No! demasiado fea esta mentira. Así q cargué con la bronca.
El pasar solo la Nochebuena, cenando una sopa de fideos, y como extra una lata de almejas, españolas eso sí. Y la Navidad poniendo comida a la gata del vecino, que había salido de viaje, poner una lavadora, caminar algo, barrer y fregar la casa.
Algo cierto tengo q añadir a la relación para q suene verosimil, así q les conté como odio la costumbre de hacer explotar cohetes y petardos, y q me causó un incidente con un ligue navideño.
Después de un buen trabajo de preliminares necesarios, como el currarme una opípara comida, buen vino, del q bebí algo a pesar de no hac erlo casi nunca, música suave, calefacción a tope, y ya comprobando la buena calidad del colchón, y ambos ligeros de ropa, empezaron las fallas de Valencia, trasladadas a mi barrio. Aquél estruendo no paraba. Tal era el ruido q no alcancé a oir + q palabras sueltas de mi amiga, mientras se vestía y encaminaba a la puerta.....recuerdo.....recoger....familiar.....aeropuerto.

calamerino dijo...

El otro día Félix me habló de este libro que aquí se llama "De qué hablo cuando hablo de correr". Resulta que Murakami, además de escribir novelas inquietantes y absorbentes llenas de personajes marginales y de música, corre, y corre mucho.

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