El ejercicio de hoy es el mismo que el del otro día, sólo diez minutos para hacer vuestra obra de arte, pero con otra música. Las instrucciones son las mismas:
Ponte cómodo o cómoda. Abre una ventana sólo con esta entrada para escuchar la música del vídeo que viene a continuación de modo que puedas escribir a la vez tu texto en los comentarios. ¿Todo listo?
Dale al play y escribe lo que se te ocurra sin mirar al vídeo, mira sólo tu recuadro en los comentarios y cuando oigas aplausos es que se acabó el tiempo y probablemente es que te aplauden a ti.
5 comentarios:
Un negro canta triste para ocultar a la luna. Canta así porque así lo quiere la gente. Aunque él es feliz de poder cantar, para vestirse de melancolía no tiene más que hacer memoria.
Tengo un grave problema, no puedo escribir y escuchar a la vez, así que usaré otro editor de textos. Bueno ya estoy otra vez escuchando y escribiendo, Se abre esta música marchosa. Ante ella, otra vez el tiempo… el tiempo juega, se detiene y vuela. Coros de grillos locos que salen por algún recóndito lugar de esta extraña máquina de escribir, que ahora marcha a ritmo de jazz. El alegre piano impone seriedad entre los grillos, mis pies también quieren danzar detrás del teclado, pero yo tengo el control (o creo tenerlo), y no los dejo que se desmelenen, me lo romperían. Por otra parte, soy conciente que soy uno solo: orejas, oídos, dedos y pálpitos generalizados y saltarines en mi interior. Llegan los aburridos aplausos y los comentarios extraños, y de nuevo otra música más de banda de pasacalles. Fin.
Intento escribir algo, pero sólo se me vienen a la mente una multitud de elefantitos. David, ¿por qué los liberaste el otro día? Dales unos Euros y que se vayan a otra cabeza...
Ahí te los dejo a ver si a ti te hacen caso:
Nueve elefantes diminutos trepan una colina de galletas. La trompa de cada uno agarra la cola del compañero que lleva delante como un gran tren de mercancías. Se balancean al unísono bailando la música que les impone el viento.
Nueve elefantes diminutos trepan una colina de galletas. Arriba les espera un conejo blanco para ungirles la frente con chocolate “Yo os bendigo en el nombre de la alegría” y los elefantes elevan sus trompas al cielo y tocan el himno secreto de las luces. Nunca la conquista de una colina se produjo de una forma tan pacífica.
Nueve elefantes diminutos devoran una colina de galletas desde su cima.
Me imagino una película de Griffith, con blancos haciendo de negros.
Pintados con betún, tocando el clarinete y ese contrabajo gigante.
Pero aquí en esta orquesta solo salen blancos.
Y como dice una canción de los Ilegales: “Deja de joder la música a los negros “.
Un cineasta, metido a clarinetista y sin contarnos uno de sus chistes judíos,
menos mal que tiene buen gusto para las rubias.
Por lo demás al día de hoy en España seria imposible escuchar esta orquesta,
fumándote un cigarro o un puro. Siempre me imagino este tipo de música con las
volutas de humo danzando alrededor del espectador.
La verdad es que prefiero el rock and roll, donde este una guitarra eléctrica
que se quite el resto. Donde se va a comparar una canción que como mucho dura
5 minutos, a este petardo que estamos escuchando.
Ahora se para y aparece una señora
con aparente estado de embriaguez diciendo chorradas en ingles. Está lo que quiere es clarinete del que tiene pellejo, de la que la dejaron falta, cuando mas ganas tenía.
Haber si algún joven chaval, con ganas de investigar, la lleva a la gloria celestial,
Que esta música tocada por aficionados, jamás la llevara.
El hecho esta claro, tiene que beber, para que le suene bien
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