domingo, 23 de abril de 2017

Feliz día del libro con Lao Tse y Bertolt Brecht


Bertolt Brecht escribió un poema que relata la historia mítica del Tao Te Ching en su libro Historias del almanaque, conectando así a Lao-Tse, a un sabio oriental de hace más de dos mil quinientos años, con la Europa del siglo XX. Me parece un buen regalo para el día del libro que es justo hoy.
Brecht vivía en Berlín dedicándose al teatro con bastante éxito, pero el 28 de febrero de 1933, un día después de que Hitler mandara incendiar el Reichstag y la democracia alemana, decidió huir con su familia y dejar atrás Alemania. En mayo de ese mismo año se quemarían sus libros en Berlín y en todas las ciudades importantes de Alemania, junto con los de casi todos los autores alemanes que merecían la pena y que también tuvieron que abandonar el país como Musil, Roth, los dos Zweig, o todos los Mann. 
Brecht escribió al respecto de la quema de libros un interesante poema, pero regresemos a la hermandad de hombres y las mujeres de todas las épocas gracias a las narraciones, primero orales y luego escritas. Lao-Tse se conformaba con que sus palabras fueran por el aire, pero alguien le pidió que las dejara por escrito y esta podría ser perfectamente la historia de como sucedió y de cómo la palabra se hizo libro en palabras de Brech y en la traducción de Joaquín Rábago:



Leyenda en torno al origen del libro Tao-Te-King, escrito por Lao-Tse en el camino de la emigración 

                    1
A sus setenta años, ya achacoso, 
sintió el maestro grandes ansias de paz. 
En el país, la bondad enflaquecía, 
y cobraba nuevas fuerzas la maldad. 
Y decidió marchar.

                    2 
Empaquetó sólo lo imprescindible, 
lo que sabía iba a necesitar: 
la pipa en que fumaba cada noche, 
el libro al que acudía sin cesar, 
y suficiente pan.

                    3 
Gozó una última vez mirando al valle, 
mas lo olvidó tan pronto comenzó a ascender. 
Mientras al anciano llevaba a su lomo, 
iba rumiando yerba fresca el buey. 
Su marcha era suficiente para aquél.

                    4
Cuatro días anduvieron entre peñas, 
hasta que un aduanero los paró. 
-¿Alguna cosa de valor? -Ninguna- 
Y el muchacho que llevaba al buey habló. 
-Es un maestro -dijo-, y todo se aclaró.

                    5
Pero el hombre estaba alegre y dirigiéndose 
al muchacho preguntó: -¿Qué enseña?- 
-Que el agua blanda en movimiento 
acaba venciendo a la más dura piedra. 
¿Sabes? Hace falta paciencia.

                    6
Por no desperdiciar la luz del día, 
aguijó el muchacho luego al animal, 
y ya detrás de un pino los tres se perdían 
cuando el aduanero comenzó a gritar: 
-¡Alto ahí, que os quiero hablar!

                    7
Dime otra vez eso del agua anciano-. 
Se detuvo el maestro: ¿Te interesa?- 
Respodió el hombre: -Soy aduanero, 
mas saber quién gana siempre me interesa. 
Si lo sabes, ¡cuenta!.

                    8
- Anótalo. Díctaselo al chico. 
No lo reserves sólo para ti. 
Comida tengo en casa, y papel y tinta: 
todo lo que hace falta para escribir. 
¿Quieres venir?

                    9
Examinó el anciano al aduanero. 
Chaqueta zurcida, descalzos los pies. 
Una profunda arruga cruzaba su frente. 
No era la estampa de alguien acostumbrado a vencer. 
Y murmuró el maestro: -¿Tú también?-

                    10
Había vivido el anciano demasiado 
para rechazar tan cortés invitación. 
-Quien pregunta merece ser contestado-. 
-Y hace frío -el muchacho intercaló-. 
-Está bien, quedémonos-.

                    11
Desmontóse entonces el sabio de su buey, 
y escribió con el chico durante una semana. 
El aduanero se encargaba de darles de comer 
(y a los contrabandista maldecía en voz baja). 
Pero antes o después, todo se acaba.

                    12
Una mañana, al fin, ochenta y una 
sentencias entregó el muchacho al aduanero. 
Y tras agradecerle una pequeña prenda, 
otra vez en camino se pusieron. 
¿Cabe ser más atento?

                    13
No celebremos, pues, tan sólo al sabio 
cuyo nombre en el libro resplandece. 
Al sabio hay que arrancarle su tesoro. 
El aduanero que supo retenerle 
gracias también merece.


Oriente y occidente están juntos en este texto y también lo van a estar en el próximo Maratón de los cuentos de Guadajara. Así que iros preparando.
Ya os he contado una historia de libros. Ahora es vuestro turno porque yo tengo esta casa y papel y tinta,
Los comentarios son vuestros.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me deja perplejo la sabiduría de los maestros orientales,que nos lleva una vida entera a los occidentales,llegar a sus conclusiones por medio de la experiencia. Muy interesante Lao Tse,hacía mucho tiempo que algo así, no encendía una chispa en mi cerebro.