viernes, 5 de mayo de 2017

Curso de microrrelatos con Augusto Monterroso I


El otro día encontré de segunda mano uno de los libros que más quiero: La oveja negra y demás fábulas de Augusto Monterroso. Tenía otra edición que es la que no he dejado de utilizar durante años para talleres o simplemente para releer, pero esta es la edición (ver foto).

Hace cinco años ya os invité a jugar al dinosaurio y nos salieron unos cuantos. Lo que os propongo ahora es hacer un curso de relatos breves con Augusto Monterroso y con este libro. Vamos a elegir un cuento cada vez y con el ejercicio que os proponga intentaremos aprender las artes de este oficio de cuentista. El primero de todos es el cuento que le da título:





La oveja negra

En un lejano país existió hace muchos años una oveja negra. Fue fusilada.
Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.
Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.




En este caso la propuesta es que le copiemos el título y escribamos debajo de "La oveja negra" la historia que nos inspire. Así que nada, ejercitaos en el arte de la escritura, pero también se admiten esculturas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La oveja negra : Cada cierto tiempo en familias de rancio abolengo,nacen hijos de moral distraída, no sólo en los vicios,como los padres.Sino en ser gente de bien",chicos que a pesar del esmero de los bolsillos de los padres,se esfuerzan en suspender en colegios donde se paga por aprobar. Aún así a fuerza de talonario,llegan a conseguir un título de prestigiosa Universidad privada.Sino lo consiguen en España los mandan al extranjero. Esto en principio lo llevan los padres con resignación cristiana, lo que no pueden aguantar, es que prefieran los porros y el calimocho en los parques, a la cocaína en bandeja de plata y al más caro champagne francés.

Miguel Moreno dijo...

La oveja negra
Las ovejas son seres tristes. Hay quien podría pensar que son seres anodinos, insustanciales, abocados a una vida intrascendente entre pazos y trasquilones. Pero eso solo lo podría decir quienes las juzgaran premeditadamente, quienes con mirada esquiva desean, inconscientemente, soslayar esa pena. Porque esa pena tizna como la verdina, poco a poco, dejándote el alma entumecida, con un surco indeleble. Lo supo bien el pastor que, a pesar de sus enconados esfuerzos porque la pena no le alcanzase, terminó sumido en una honda tristeza, compartida con las ovejas.
De todas las ovejas las más tristes son las ovejas negras. Atraen una pena negra, de negra raigambre, negro sino entre tanta pena. Tal es su carga, que hasta las demás ovejas se apartan. Es admirable la solemnidad conque llevan su tristeza. Aun así, en ocasiones, y está feo revelarlo, íntimamente anhelan un final para tanta pena, la salvífica dentellada del lobo, que les arranque ese negro pesar y así logar, tal vez, la expiación de su raza. Todo esto sin caer en la cuenta de que la pena en esencia es una con la oveja y que su extirpación conlleva la pérdida del ser, alto precio para una redención.
Así que, si alguna vez, yendo de senderismo o de escapada rural, se cruza con una oveja negra, evite la tentación de sondear dicha tristeza, so pena de regresar a casa compungido; abatido por la pena y la desdicha

Anónimo dijo...

No puedo dejar,no puedo dejar de escuchar a los Strangles sin parar.Ni dejar de recordar a la rubia de las gafas de sol, que no paraba de bailar.Oigo constantemente un teclado en mi inconsciente. Y es que no puedo parar de escuchar a los Strangles una vez más. One more time baby,tus labio quiero besar,Llévame al abismo mujer fatal,haz de mi aburrida vida un festival. Y es que no puedo paraaaar.....,