sábado, 21 de febrero de 2015

Resiliencia y fragilidad



El Capítulo 1 del libro empieza así:
"Durante mucho tiempo me he preguntado contra qué podía rebelarse un ángel si todo es perfecto en el Paraíso. Hasta el día en que comprendí que se rebelaría contra la perfección. La existencia de un orden irreprochable provocaba en él un sentimiento de no vida. La justicia absoluta, al suprimir el aguijoneo de la indignación, le entumecía el alma. La orgía de pureza le repugnaba tanto como una deshonra. Era pues necesario que ese ángel cayera para poner de relieve el orden y la pureza de los habitantes del Paraíso."

El libro, como promete, va de la resiliencia, pero el principio es una explicación psicoanalítica del desarrollo humano y del amor que merece la pena ser leído, no sólo si tenéis hijos. Os copio algunas frases para despertaros el gusanillo (de hecho el capítulo 1 se titula La oruga y el 2, La mariposa):
  • Hacer que nazca un niño no basta, también hay que traerlo al mundo
  • Los recién nacidos no pueden ir a parar a ningún otro sitio que no sea la historia de sus padres
  • Quiéreme para que tenga el coraje de abandonarte
  • Una madre que recibe apoyo afectivo y tiene sostén social puede ofrecer mejores brazos 
  • Lo que otorga al golpe su poder para provocar traumas es el estilo de desarrollo de la persona herida

Así que el ejercicio sería darse una vuelta por Los patitos feos (os va a encantar) y escribir algo relacionado con la resiliencia. A mí se me ocurre esto ahora:

resiliencia y fragilidad
es el tema
nuestro tema
somos todos tan frágiles...
aunque a veces sintamos lo contrario
nos pueden dañar cosas tan pequeñas...
y luego,
aguantamos tanto...
pero aguantar no es un buen lugar
comprender
aceptar
cambiar
son sitios mejores
pero se tarda en llegar

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Cuándo uno deja de ser niño? ¿Y por qué? A ciencia cierta, nadie sabe la razón, ni el momento; nos encontramos con ello de sopetón, nos pilla desprevenidos. No somos conscientes de ello, hasta pasado un tiempo de maduración, largo o corto, para la creación de una nueva personalidad y persona. Y seremos adultos cuando tengamos la capacidad de llevar las riendas de nuestra propia vida. Tampoco esto es absoluto, siempre hay una dependencia agazapada de la niñez, y en cada uno de nosotros tiene diferente tamaño y forma de manifestarse: Desde el que no deja de ser niño y nuca se transforma, quedándose enano; hasta el que cambia totalmente de identidad, y nuca vuelve a serlo.
La maduración es un aprendizaje en capas de cebolla: aprendemos a andar sobre dos pies y ya no queremos volver a gatear. Quizás la niñez es el terreno de la máxima resiliencia, en que aprendemos a tener mecanismos de defensa, y puede que esto se haga hábito, como “esponja afectiva”. Gracias a la resiliencia, buscamos retos nuevos, tomamos la costumbre de aprender para estar siempre en la cresta de ser persona.
La Infancia es el universo de lucha contra la claustrofobia, donde aprendemos a jugar buscando la libertad, luchamos en busca del fuego y la luz. Pero este aprendizaje no es inmediato, ni fácil. Todavía no hay un ordenador que sea capaz de tener una programación tan avanzada como nuestro aprendizaje. Pero somos tan complejos que en el camino, nos podemos perder y cegar. En esta búsqueda de la persona que seremos en el futuro, es mejor la adaptación lenta, es más segura y más profunda.
jemart

Anónimo dijo...

La resiliencia es un mecanismo dinámico sinérgico para atender a nuestros propios problemas, crea una suerte de entereza ante las dificultades propias de los desvalidos, junto con la ciencia, ha permitido organizar y empoderarnos del mundo, manteniéndonos en las mejores condiciones ambientales humanas posibles. Pero… ¿Lo que es bueno para el ser humano, es bueno para el mundo y el medio ambiente? Este conflicto de intereses irresoluble, nos produce ansiedad y preocupación por el mundo simbólico. Valoramos al mundo creyendo ver la realidad, pero no podemos de dejar de ser hombres y como tales, traductores de nuestros sentidos, limitados por nuestra capacidad cognitiva. Hoy, en nuestro caminar, tenemos la fijación del crítico incremento exponencial de nuestra población. Esto nos desdibuja nuestra esperanza en el futuro.
jemart

BRAGAOMEANO dijo...

Una infancia feliz no determina la vida. Pero ayuda a sobrellevarla en los momentos duros, cuando uno tiene cierta edad. En estos momentos de tanta incertidumbre a mi lo único que me evita caer en la depresión, son los gratos recuerdos de mi feliz infancia, los de mi alocada adolescencia y los de mi temeraria juventud.
¡ Haced que los niños sean felices y todos tendremos un futuro mejor !.

BRAGAOMEANO dijo...

Y entre el dinero y el amor a tus hijos, elige siempre lo segundo. Ahora bien, como dice la canción : el que tenga las tres cosas que le de gracias a ....,