martes, 5 de febrero de 2013

El primer trago de cerveza y otros pequeños placeres de la vida


Este libro se publicó hace quince años sin muchas pretensiones y de repente se convirtió en un superventas. Sobre esta historia hablan en el blog Papel en blanco y nos dejan un fragmento que trata del pequeño placer de conducir por la autopista de noche:

"Es extraño el coche: a la vez es como una casita familiar y como una nave espacial. Al alcance de la mano, unos caramelos mentolados de regaliz. Pero en el cuadro de mandos esos polos fosforescentes de color verde eléctrico, azul frío, naranja pálido. Ni siquiera necesitamos la radio –tal vez la pongamos luego, a medianoche, para escuchar las noticias. Resulta agradable dejarse seducir por ese espacio. Por supuesto, todo parece dócil, todo obedece: el cambio de marchas, el volante, un toque de limpiaparabrisas, una ligera presión en el elevalunas. Pero al mismo tiempo el habitáculo nos maneja, impone su poder. En ese silencio acolchado de soledad, nos sentimos casi como en una butaca de cine: la película desfila ante nosotros y parece lo fundamental, pero la imperceptible levitación del cuerpo produce una sensación de dependencia consentida, que también cuenta lo suyo. Fuera, en el foco luminoso de los faros, entre el guardarraíl de la derecha y las matas de la izquierda, reina la misma quietud. Pero si abrimos el cristal de repente, el aire exterior abofetea nuestra semisomnolencia: resurge la velocidad brutal. Fuera, los ciento veinte kilómetros por hora tienen la densidad compacta de una bomba de acero arrojada entre dos guardarraíles."

He encontrado otro fragmento en un blog llamado impresioneslasjustas que me ha encantado:

"Casi podríamos comer fuera. La frase llega siempre en el mismo instante. En el instante mismo de sentarse a la mesa, cuando parece que es demasiado tarde para convulsionar el tiempo, cuando la ensalada está ya puesta en el mantel. ¿Demasiado tarde? El futuro lo hacemos nosotros mismos. Tal vez la locura nos mueva a abalanzarnos fuera, a pasar febrilmente el trapo por la mesa del jardín, a proponer que la gente se ponga un jersey, a canalizar la ayuda que despliegan los demás con torpe jovialidad, idas y venidas contradictorias. O nos resignaremos a comer bien calentito -las sillas están demasiado mojadas, la hierba está tan alta...

Pero tanto da. Lo que importa es el momento en que se pronuncia la frasecita. Casi podríamos... Qué grata es la vida en condicional, como en los juegos infantiles de antaño: Diríamos que tú estarías... Una vida inventada, que funciona a la inversa de la realidad. Una vida casi, con esa frescura al alcance de la mano Una fantasía modesta, consagrada a la degustación contrapuesta de los ritos domésticos. Un vientecillo de ponderada locura que lo cambia todo sin cambiar nada..."

El ejercicio de hoy sería encontrar más fragmentos del libro o añadir uno propio, un pequeño placer de la vida que compartáis con nosotros.

3 comentarios:

Jesús Rocha dijo...

Sobre mi bicicleta, miro y contemplo el paisaje mientras pedaleo. Yo también floto ligero, como las nubes que pasan rápidas e imperceptibles. Con su mágico equilibrio, aún bajo lluvia o con frío, la libertad de su movimiento me cala los huesos, me gusta más que mis zapatos y mis ropas… la bici es mágica, todavía me resulta incomprensible la gracia simple de su movimiento silencioso, liviano y dócil. Me mantengo sobre la estrecha línea de sus dos ruedas... sin caerme. Nos movemos por la fuerza de mis piernas, y vuelo a escala humana.
Con un poco de cuidado y cariño, siempre está dispuesta a transportarme. Es un ingenio imprescindible en cortas distancias, alegre y divertida: flota con calma y en silencio sobre las calles ahora amigas. Su velocidad me da otro mirar a la vida, como la que tenía cuando era chiquillo: el aire, la brisa en la cara y el ronroneo del pedaleo sobre el asfalto, me regresa a tiempos perdidos, cuando veía las calles desconocidas con ojos de vuelo rasante.

BRAGAOMEANO dijo...

La vida de casado y con hijos es un correr y no parar. Pero ayer por fin, volví a saborear un placer de juventud. Mi hijo me dio permiso para cambiar Clan y después de ver el final del telediario cambie a la 2 y "voila", estaba la peli de Jaime Chavarri "El desencanto". Film que va sobre la vida de la familia del escrito franquista Leopoldo Panero después de su muerte. Me volví a encontrar con el placer de ver una peli de cine-club casi una década después, la disfrute como un niño un helado una tarde de verano. Me trague también el coloquio posterior con el director de la película, el escritor Juan José Millas y la moderadora, que cada día esta mas guapa y mas bella, la celeberrima actriz Cayetana Guillen Cuervo. Que llevaba a su hijo a la mismo piscina que el mio y compartimos tiempo y lugar, en los jardines del chalet donde aprendían nuestros primogénitos natación, pero mi excesiva timidez me impidió tener una conversación con ella y mostrar mi respeto por su trabajo y sobre todo su belleza.
¡ Que personaje Leopoldo María Panero !.
¡ Que pedazo de obra maestra, la película !
Me he tirado todo el día saboreando los mejores diálogos en mi mente, que onanismo interior mas reconfortante.
¿ Cuando sera la próxima vez ?
Solo mis hijos y mi señora lo saben.

Mª José dijo...

La persiana a medio subir permite la entrada de la oscuridad en la habitación.
El contacto del frío suelo me despereza levemente.
Avanzo al aseo y no quiero encender la luz, en un pueril intento de atrasar la mañana.
Vuelvo a la habitación y miro el reloj: ¡ni siquiera son las dos de la mañana!

Me escondo rápidamente entre las sábanas disfrutando de ese cheque-regalo de cinco horas que encontré bajo la cama.



Mª José Olivares