viernes, 6 de abril de 2012

¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?

Jeanette Winterson publica sus memorias en español y El País le dedica un artículo que no tiene despercicio.
Insisto, si tenéis un rato, leedlo. En él encontraréis el diálogo delirante entre la autora y su madre adoptiva que la echa de casa a los 16 años por lesbiana:

“—Jeanette, ¿puedes decirme por qué?
—Por qué, ¿qué?
—Sabes muy bien el qué.
—Cuando estoy con ella soy feliz. Feliz, sin más.
Asintió. Parecía que comprendía y pensé, de verdad, por un instante, que iba a cambiar de opinión, que hablaríamos, que estaríamos al mismo lado del muro de cristal. Esperé. Al final soltó:
—¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?”.

En sus memorias la autora descubre que la pregunta que no tenía respuesta, resulta que sí la tenía: Su madre biológica seguía viva. Claro que eso da pie a otras nuevas preguntas como ¿Cuánto pesa la genética y cuánto lo que no es genético? ¿Se puede vivir de espaldas a alguien durante décadas y luego mirarle a la cara? ¿La escritura sirve de redención o acerca al suicidio? Y otras muchas más que podemos concluir con la que da título a las memorias: ¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?

¿Tenéis respuestas?
¿o son más preguntas las que os surgen?

10 comentarios:

David Ruiz dijo...

¿Realmente se puede ser normal? La felicidad es una parcela privada, uno decide cómo quiere que sea, cómo conservarla, quién permite que entre a compartirla. Sin embargo la normalidad es un concepto social inalcanzable, el conjunto vacío que resulta de la intersección de todos los grupos sociales. Si eres ateo ya vendrá a decirte un católico que no eres normal, si eres homosexual se encargará un heterosexual (o un católico) de enseñarte que estás equivocado. Si eres mujer tendrás que ser una mujer normal, y eso también dependerá de a quién le preguntes. Un extranjero nunca podrá ser normal en otra tierra solo por haber puesto un pie en el camino que abandonaba la suya. Y todo esto con sus correspondientes viceversas. Así que la pregunta correcta es ¿Hay otra alternativa mejor en la que invertir tus esfuerzos que la felicidad?

Jesús Rocha dijo...

Para ser feliz se tiene que pasar por encima del concepto de normalidad. Me explico: Como bien dice David, “la normalidad es un concepto social inalcanzable”, inexistente, porque depende de cada observador. Un conjunto de observadores pueden definir un patrón de observación, y querer creer que el suyo es el verdadero, esto es muy común y agresivo. Cuando se pretende que todos somos iguales o se quiere llegar a que todos seamos iguales, se cae en un error de apreciación agresivo. La igualdad está muy bien en lo material, como punto de partida, para que podamos desarrollarnos; pero, luego, a pesar de ese afán homogenizador que es la cultura: cada uno somos diferentes… y en nuestra visión de la vida, cada persona reacciona a los estímulos, de diferente manera, y evolucionamos por caminos propios diferentes, por sendas diferentes, porque cada uno, como ser vivo, tenemos rasgos y peculiaridades diferentes, no hay dos personas iguales, el tiempo y el espacio cambiante son los encargados de darnos forma.
La felicidad es otra cosa… es una simple sensación, generalmente instantánea (la eterna felicidad se me escapa), es una impresión de estar a gusto con uno mismo y con lo que nos rodea. La felicidad, como la entropía, es difícil de compartir, suele ser egoísta, porque pertenece a lo personal, aunque quiera expandirse. La felicidad se puede compartir, como la risa, pero en proximidad, cuanto mayor es el grupo, resulta más falsa, pudiendo llegar a la histeria colectiva. Que todos seamos felices por siempre jamás, sería cuando la entropía llegara al infinito. En sentido exacto, la felicidad nunca es normal, es personal y poco transferible.

Anónimo dijo...

El mundo prefiere, sabiamente, la felicidad a la sabiduría. (Will Durant)

Mª José dijo...

La felicidad.
No puedo contabilizar las veces que he sido feliz ni el porqué. Cada segundo, cada etapa, cada cambio en mi vida ha ido acompañado por un deseo de felicidad distinto. Algunas veces incluso contradictorios, brutalmente contradictorios. Y mis preguntas serían:¿Por qué si yo soy siempre yo (obviamente),mi felicidad varía?
¿O quizá no existe la obviedad propuesta?¿Y si es la felicidad lo estable y soy yo quien varía las necesidades?

Si la última pregunta tiene razón, es la demostración de que todos tenemos la posibilidad de ser felices en nuestras manos.
Ahora, tú decides.



Mª José Olivares

BRAGAOMEANO dijo...

La normalidad solo se consigue con la homogenizacion del grupo. Por eso los fascismos y los comunismo totalitarios triunfaron en los años 30 y ambos persiguieron a los que se salían del rebaño, por no ser "normales". La busca de la normalidad es apirar a ser oveja blanca. La felicidad plena, solo se consigue el día que eres consciente de que te estas muriendo, quieres morirte, te mueres con tus deseos cumplidos y con la gente que tu quieres a tu alrededor o en la perfecta soledad.
Yo llevo toda la vida aspirando a ser normal, pero la sociedad me lleva cada vez mas hacia la locura, el abismo, al ostracismo quizás al suicidio.

Jesús Rocha dijo...

Como siempre Mª José nos hace pensar…y dudar: ¿Yo soy siempre yo? … a veces, casi siempre, pero cambio con mis contradicciones. Yo decido aplicar una fórmula similar a la de Ley de Boyle-Mariotte: PV/T=K, una constante. En mi sistema se cumpliría que FY/t= K, sería otra constante, donde F: grado de felicidad alcanzado, Y: yo y mis circunstancias y t: el testarudo tiempo continuo. La relación ente estas tres variables también sería otra constantes.

Anónimo dijo...

¿Y qué es la normalidad, no ya dentro del grupo, sino de mí mismo?

Lucifer dijo...

El infierno está lleno de personas normales, y yo me encargo de que no sean felices precisamente... je je je
Quedáis avisados

David Ruiz dijo...

Por si a alguien le interesa, que Alcalá de Henares está ahí al lado:

http://noesnuestraprimeravez.blogspot.com.es/2012/04/jam-session-de-poesia.html

Anónimo dijo...

¿El infierno está lleno de normalidad o de infelicidad? O de ambas.
Cambiar el curso natural de las cosas cuesta, y de qué manera, a veces. Sólo a veces.