sábado, 6 de junio de 2009
Menos de una semana para el maratón
Queda menos de una semana para el Maratón de los cuentos de Guadalajara
Todavía estamos a tiempo de preparar nuestro cuento, reservar hora desde el viernes 12 a las cinco de la tarde al domingo a las tres de la tarde, y contarlo. Si sois de los que no os gustan las cosas demasiado planificadas, podéis quedaros de madrugada -la cadena humana de contar cuentos no se detiene en casi 48 horas- y contar vuestro cuento o vuestros cuentos en las horas de menos público y más complicidad, las más entrañables.
Estáis todos invitados a visitar la desconocida Guadalajara el próximo fin de semana.
El ejercicio de hoy, como os he dicho, es escribir un cuento breve que se pueda contar y que tenga que ver, aunque sea de manera tangencial, con el tema del maratón de este año: el sonido de la memoria.
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3 comentarios:
La memoria, es esa señora que no se ve, pero que debe estar rondando por nuestra cabeza todo el día. Señora olvidadiza, traicionera, que se escapa cuando menos lo esperamos, o cuando más la necesitamos. La memoria es una mujer invisible de rasgos flexibles, con un perfil no definido pero atractivo. Caprichosa y peculiar en el tiempo. Para algunos, es como un músculo que hay que ejercitarlo todos los días, aunque no nos haga caso; para otros, es una tramposa, que no permite vivir el presente, anclándonos en el pasado. Como he dicho antes, y lo he olvidado, la memoria es una señora caprichosa, sin la que no podríamos vivir, y que se saca lo que quiere de debajo de su chistera.
Yo la imagino: valiente y creativa, quizás un poco atrevida de joven, voluble y recurrente de mayor. Finalmente olvidadiza de vieja, como dice Borges “con la trágica erosión e los años” se va perdiendo
La memoria ha tenido muchos novios, “Los recuerdos”, a los que se aferra con fuerza. Son unos muchachos de profundas experiencias estos caballeretes, siempre han condicionado a la pobre memoria y la han perturbado. La memoria no puede con su temperamento, y busca a estos amantes para revivirlos generalmente al azar. A veces no tiene más remedio que recurrir a ellos, pero son inconstantes; si los busca, pueden salir corriendo, y en otras ocasiones se presentan cuando menos se requieren. Los hay: cariñoso, antipáticos, aburridos, odiosos, simpáticos, dulces, tristes, trepidantes y moviditos. Cada uno ha tenido su propia personalidad y se han colado por la ventana de la señora memoria de diferentes maneras: trepando, saltando, apareciendo milagrosamente, rogando, suplicando, llorando, disimulando o despistando.
De las relaciones amorosas de estos dos amantes: la señora memoria y estos caballeros del recuerdo, han nacido otros hijos: Las vivencias y los actos, que después se han convertido en otros recuerdos, y así, sucesivamente, van formando generaciones de vivencias, estructurándose en grupos, pueblos, sociedades que conforman lo que es nuestro universo vivido. Y que con el tiempo y la distancia, como cuando nos alejamos con el “Google Earth” hacia arriba, se van diluyendo y difuminando las imágenes. Pero que con la memoria, no siempre podemos hacer un zoom hacia abajo, con el suficiente detalle. En este proceso de visionado, estamos condicionados por nosotros mismos. En fin, nuestra memoria es un poco incontrolada y caprichosa, pero es lo única que tenemos, y es la única que nos puede hacer vivir momentos de alegría.
Solo se puede tener una imagen fiel de uno mismo a través de las perspectivas que otros tienen de nosotros. Hace tiempo que en mi casa venían sucediendo cosas extrañas. A veces los muebles cambiaban de sitio, a veces era la ropa la que no se encontraba donde la había dejado, en ocasiones pequeños objetos como las llaves o el mechero se movían solos. Yo los dejaba aposta en un lugar que marcaba con una nota – bolígrafo sobre la mesa del salón – y al día siguiente el mismo bolígrafo aparecía en el despacho habiendo abandonado a la nota a su suerte. Consulte a parasicólogos, espiritistas, santeros, sanadores, videntes, al final la respuesta a estos sucesos extraños la encontró mi médico de cabecera. Lagunas en la memoria. Solo se puede tener una imagen fiel de uno mismo a través de las perspectivas que otros tienen de nosotros. La soledad es una ilusión en la que todo se va oscureciendo.
EL SONIDO DE LA MEMORÍA
El leñador entró rompiendo la ventana
Y saltó con gran agilidad sobre la cama.
Pero, qué hacéis aquí, yo buscaba a Caperucita
y preguntó ¿qué haces con éste abuelita?
Leñador, de verdad, no es lo que parece.
Sólo vino por sal y como ves no es de mi especie.
El leñador no se lo podía creer del todo
Y no paraba de mirar de reojo al lobo.
En esto entró tan campante Caperucita
y él le preguntó: ¿no te parece esto una cita?
Qué sé yo. Los mayores sois todos muy raros
Y qué quieres que le diga a un leñador armado.
Caperucita en un descuido
Se fue por donde había venido
y dejó que se apañasen solos
el leñador, la abuelita, y el lobo.
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