viernes, 5 de agosto de 2016

Camilo José Cela, el centenario de un escritor


Si no habéis ido a la Biblioteca Nacional a ver la exposición del centenario de Cela, id.

El año anterior a que le concedieran el Nobel a Cela, en mi instituto, con motivo de nuestra graduación, nos regalaron un libro. A unos les tocó Viaje a la Alcarria de Cela y a otros nos tocó Historia de una escalera de Buero Vallejo, que también es el nombre del Instituto. Los libros estaban firmados por los autores. Cuando me enteré de la noticia del Nobel pensé que no había tenido suerte. De hecho, cuando no me tocó yo mismo compré el Viaje a la Alcarria.

No sabía que Cela escribía siempre a mano con una letra muy pequeña y a la vez perfectamente legible, como se puede ver debajo. Este detalle de que toda su obra existiera primero manuscrita dio lugar a la rocambolesca historia del original de La familia de Pascual Duarte que terminó cuando éste regresó a su poder tras ganar el juicio a la Diputación de Cantabria. Lo divertido es que copió la obra "a plana y renglón" y se la regaló al anterior propietario porque, según él, quiso demostrarles que tal como ellos habían sabido perder, él sabía ganar.

Por cierto, que en su segundo viaje a la Alcarria lo acompañó una choferesa negra, Viviana Gordon, que era psiquiatra infantil y lo había dejado por el sufrimiento que le generaba tratar a niños tan enfermos y se había hecho modelo, pero esa historia no la investigo más que me pierdo.

En la exposición hay muchas frases, muchas imágenes y muchos objetos; desde el propio manuscrito de La familia de Pascual Duarte a decenas de botellas dedicadas a Cela por multitud de artistas que van desde Picasso a Henry Miller.

Para esta entrada he seleccionado textos que tienen que ver, como ocurre con la anterior entrada, con el oficio de escritor al que también se refiere Cela en uno de los vídeos de la exposición contando que su vida era muy simple: se levantaba a las seis, escribía hasta la hora de comer, luego se echaba siesta -"el yoga español"- y luego por la tarde seguía escribiendo hasta acabar el día. Tal vez no fuera así todos los días, pero muchos de ellos sí, y por eso abruma la magnitud y también la variedad de su obra.

Aquí van los fragmentos que he recortado para vosotros:
En el primero enuncia la ley del escritor que sólo tiene dos mandamientos: escribir y esperar.
En las dos imágenes siguientes aparecen fragmentos de entrevistas que no tienen desperdicio, por ejemplo cuando responde defendiendo su aislamiento para escribir: "Mira, Umbral, lo que no se puede hacer es pasarse la vida en el café arreglando el mundo".
En la cuarta escribe, después de conocer que van a publicar su primera novela, "Se acabó el divagar".
Y las tres últimas son frases destacadas en la exposición.









El ejercicio de hoy es el mismo de la última entrada del blog: contadnos que os parece todo esto en los comentarios. Ya sabéis, se escribe escribiendo y si no se os ocurre nada, escribid o escuchad a Cela en este vídeo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Chapeau!!!, por la entrada.
Cela inmortal.