Hace muchos años, unos 16 ó 17 me planteé el proyecto de traducir este libro de Bukowski. Es un libro de poemas de 400 páginas publicado en 1992. El caso es que lo terminé de traducir y casi lo publicó una editorial, pero se quedó en el casi. Años después otra editorial publicó una versión que no era la mía.
Hoy he encontrado la traducción entera en un formato que ya está en desuso pero que he podido convertir a .doc y éste es el primer poema:
Atasco
esa autopista Harbor sur a través de los
suburbios -de verdad, puede convertirse en algo realmente
increíble.
suburbios -de verdad, puede convertirse en algo realmente
increíble.
el viernes pasado por la tarde estaba sentado allí
quieto detrás de un muro de faros rojos,
ni siquiera nos movíamos en primera
mientras masas del humo de los escapes
oscurecían el aire de la tarde, motores
recalentados
y olía a embrague
quemándose
en alguna parte-
me parecía que delante de mí-
de la larga lenta subida de la autopista donde
los coches iban
de primera a punto muerto
una y otra vez
y de punto muerto a
primera.
en la radio oí las noticias
del día
al menos seis veces, conocía
bien los problemas del
mundo.
las emisoras que quedaban ponían una
música vacía, enferma.
las emisoras clásicas se negaban a aparecer
con claridad
y cuando lo hacían
era con rancias repeticiones de obras aburridas y
estándar.
apagué la radio.
un extraño vértigo empezó en mi
cabeza -algo giraba detrás de mi frente, con las
agujas del reloj pasó por las orejas y alrededor
del cogote, entonces volvió a la frente
y repitió todo el giro
otra vez.
empecé a preguntarme, ¿es esto lo que sucede
cuando uno se vuelve
loco?
quieto detrás de un muro de faros rojos,
ni siquiera nos movíamos en primera
mientras masas del humo de los escapes
oscurecían el aire de la tarde, motores
recalentados
y olía a embrague
quemándose
en alguna parte-
me parecía que delante de mí-
de la larga lenta subida de la autopista donde
los coches iban
de primera a punto muerto
una y otra vez
y de punto muerto a
primera.
en la radio oí las noticias
del día
al menos seis veces, conocía
bien los problemas del
mundo.
las emisoras que quedaban ponían una
música vacía, enferma.
las emisoras clásicas se negaban a aparecer
con claridad
y cuando lo hacían
era con rancias repeticiones de obras aburridas y
estándar.
apagué la radio.
un extraño vértigo empezó en mi
cabeza -algo giraba detrás de mi frente, con las
agujas del reloj pasó por las orejas y alrededor
del cogote, entonces volvió a la frente
y repitió todo el giro
otra vez.
empecé a preguntarme, ¿es esto lo que sucede
cuando uno se vuelve
loco?
pensé en bajarme del coche.
estaba en el que llaman carril
rápido.
podía verme a mí mismo ahí afuera
fuera del coche
apoyado en la mediana,
con los brazos cruzados.
entonces me resbalaría hasta la posición de
sentado, poniendo la cabeza entre
las piernas.
me quedé en el coche, me mordí la lengua, volví
a encender la radio, quise que todo aquel girar
parase
mientras me preguntaba si alguno de los otros tenía que
luchar contra sus
compulsiones
como yo.
entonces el coche que tenía delante
SE MOVIO
¡un palmo, 2 palmos, 3 palmos!
metí primera
¡y se hizo el MOVIMIENTO!
entonces volví a punto muerto
PERO
nos habíamos movido de 2 a
tres metros.
oyendo las noticias del mundo por
7ª vez
todo seguía mal
pero nosotros que lo escuchábamos
podíamos soportarlo de nuevo
porque sabíamos
que no había nada peor que
mirar
la misma matrícula
la misma cabeza muda pegada
al reposacabezas
en el coche de delante
mientras el tiempo se desvanecía
mientras la aguja de la temperatura se inclinaba
más a la derecha
mientras la aguja de la gasolina se inclinaba
más a la izquierda
mientras nos preguntábamos
de quién sería el embrague que se
quemaba.
éramos como el último,
enorme dinosaurio
arrastrándose débil hacia su guarida en algún lugar
de algún modo, puede que
a
morir.
estaba en el que llaman carril
rápido.
podía verme a mí mismo ahí afuera
fuera del coche
apoyado en la mediana,
con los brazos cruzados.
entonces me resbalaría hasta la posición de
sentado, poniendo la cabeza entre
las piernas.
me quedé en el coche, me mordí la lengua, volví
a encender la radio, quise que todo aquel girar
parase
mientras me preguntaba si alguno de los otros tenía que
luchar contra sus
compulsiones
como yo.
entonces el coche que tenía delante
SE MOVIO
¡un palmo, 2 palmos, 3 palmos!
metí primera
¡y se hizo el MOVIMIENTO!
entonces volví a punto muerto
PERO
nos habíamos movido de 2 a
tres metros.
oyendo las noticias del mundo por
7ª vez
todo seguía mal
pero nosotros que lo escuchábamos
podíamos soportarlo de nuevo
porque sabíamos
que no había nada peor que
mirar
la misma matrícula
la misma cabeza muda pegada
al reposacabezas
en el coche de delante
mientras el tiempo se desvanecía
mientras la aguja de la temperatura se inclinaba
más a la derecha
mientras la aguja de la gasolina se inclinaba
más a la izquierda
mientras nos preguntábamos
de quién sería el embrague que se
quemaba.
éramos como el último,
enorme dinosaurio
arrastrándose débil hacia su guarida en algún lugar
de algún modo, puede que
a
morir.
Las propuestas para escribir hoy después de leer este poema del viejo Bukowski son varias: escribir sobre proyectos o sobre atascos, preferentemente con un estilo directo y claro como el de este autor.
5 comentarios:
Lo mismo que me pasa a mi todos los Viernes del años camino de Madrid.
Porca miseria.
He estado pensando mucho en como Bukowski sacaba historias de las cosas cotidianas, imprimiéndole vida a cosas simples, supongo que el truco es tener Carácter, ser rebelde y experimentar nuevas cosas.
Uno de mis proyectos es un libro, se llama permiso para dormir, la idea del libro es contar historias, ficticias y reales, mezclarlas con el fin de causar una sensación de relajo y a la vez servir de somnífero al lector, pero sin que pierda interés.
No sé si algo así se pueda, tal vez lo que quiero crear es una nueva droga dosificada en palabras.
Me encanta saber que traduces, suelo leer en inglés y ahora es la forma en que leo al viejo Hank Chinaski.
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