La preparación de
la exposición me ha dejado huella.
El otro día pisé la casa de Freud y al día siguiente salí en
El País.
Desde que empezó la crisis se me ha puesto casi toda la barba blanca.
Me está costando volver del viaje que hicimos este verano, todavía.
¿Qué huellas veis vosotros?
¿A qué es bonita esta pieza de Naiyra?
Podéis vistar la exposición hasta el día 31.
8 comentarios:
A mi me esta pasando lo mismo, con el agravante de que estoy perdiendo la memoria, soy lento en mis reacciones mentales. Ando como constantemente en una nube. No logro disfrutar de las pequeñas cosas y actividades que antes me eran placenteras, cuando miro al futuro lo veo sombrío y oscuro, un escalofrió recorre mi cuerpo y lo que es peor, creo que mi cerebro quedara con una parte inutilizada.
Físicamente es como si tuviera gripe constante.
En huella positiva, el concierto de Sidonie, que vi el otro día en Madrid, un par de canciones no hace mas que rondar en mi cabeza y las susurro constantemente. Y hoy, la mirada de una enfermera rural cordobesa, haciendo honor por su belleza a la fama de las mujeres de esa encantada ciudad.
No tengo mucha experiencia con las huellas. Las suelo dejar en los picaportes de las puertas en donde entro; en el cuello de mis victimas; en el corazón de los familiares de estas. Sólo pido que un día me encuentren y me hagan un monumento gigante... así, con forma de huella.
Dejan huella en mí las cosas grandes y pequeñas de cada día. Cada instante que pasa, conlleva un cambio, aunque sea minúsculo.
La huella es un sentido antropocéntrico de querer perpetúanos antropomórficamente. Querer ser parte del universo, dejar una impronta humana; como si, fura de nuestro pequeño territorio, le importara a alguien. ¡Qué vanidosos somos! La huella es efímera, quimérica, solo para iniciados en el arte del rastreo. La hulla, con el tiempo: huye, desaparece, se difumina... es una pisada en la arena de la playa, mañana no estará. ¡Oh la huella! esa quimera del ser humano.
Yo no sé la huella que he dejado en mi tránsito , no miro hacia atrás cuando camino. No sé la huella que he dejado en las personas que me han conocido.No quiero preguntárselo a las que aún puedo hacerlo. Temo las repuestas por si mi poca vanidad se viera aún mermada.
Me importan las huellas que me quedan de los minutos vividos. Me importan las huellas de los otros, las huellas de las cosas que no son suyas en sí mismas sino de aquellos a los que pertenecieron.
No quiero las que me hacen sufrir pero forman parte de mi vida.En relidad no debería querer ninguna porque la huella siempre implica ausencia.Pero si no puedes evitar la ausencia es peor no tener nada a que agarrarte.
Felicito a Daniela Hernández por su comentario. Demuestra mucha sensibilidad.
Graacias, Anónimo.Celebro que te guste.
Me he topado con un vídeo que podría ser un caligrama... o quizá no, o... bueno no sé si lo es o no lo es, pero la verdad es que se trata de un spot que utiliza el lado audiovisual de las palabras.
Aquí pongo el enlace:
http://miscelaneaadiscrecion.blogspot.com.es/2013/04/cuando-el-medio-justifica-los-fines.html
Espero que os resulte interesante!!!
Felicitaciones Toño por el blog. No me lo pierdo!
(lamentablemente, tan lejos de Guadalajara, hay veces que me quedo con las ganas de ir a las actividades que organizas)
Saludos
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