Todo empieza, como dije en la última entrada, con el poema Tristes guerras de Miguel Hernández:
Tristes guerras
si no es amor la empresa
Tristes, tristes
Tristes armas
si no son las palabras
Tristes, tristes
Tristes hombres
si no mueren de amores
Tristes, tristes
Y el ejercicio es añadirle versos y colgarlos en la Biblioteca o en los comentarios de este blog.
4 comentarios:
malo malo
Va la tercera intentona:
Los + tristes de los tristes, no mataron.
Simplemente enmudecieron al vencido.
Pero no habían llenado el vaso, no calmaba su sed todo esto.
Fue su trabajo repetido, convencer de su pretendida razón.
Con ello rebosó el vaso, y pudieron llenarse de agua.
Aunque un sabor a vergüenza quedó por siempre en su boca.
por una mujer
por un estamos de paso para otro lugar
por tierra, por más tierra
de la que se puede abarcar con los ojos
por la muerte de un hombre
por la muerte de varios hombres
todos ellos compatriotas
todos clamando venganza
ellos ya conquistaron su pedazo de tierra
en el cementerio
por la primera
por la humillación que arde en el orgullo
y justifica una segunda
por ayudar
por meternos donde no nos llaman
por ayudar de nuevo pero sacando tajada
por rezar a quien no debes
por ayudar
qué cojones, por robar
para qué vamos a engañarnos
tristes excusas para continuar derramando
sangre
tristes, tristes
...Y volvió el Principito
en busca de su cordero,
y encontró nuestro planeta
repletito de agujeros.
¿Qué habéis hecho con mis rosas,
qué hicisteis, que no las veo?
Las pusimos en un muro
y apretamos el dedo.
Las rosas lloraban quedas,
gritaban en su silencio,
diciéndole al Principito:
¿porqué te fuiste tan lejos?
Mª José
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