sábado, 3 de junio de 2017
La azarosa vida de los libros
Por fin, el lunes me decidí a pasar por el quiosco de Luis. Hace dos años le dejé tres ejemplares de Los escritores suicidas para que los vendiera. Ya no le quedaban hacía mucho. Yo lo sabía porque me lo había dicho. No sé por qué evitaba la conversación que tuve con él, lo que por cierto habla de lo mal vendedor que soy. Simplemente hablamos de los libros y me dio la pasta que me correspondía. Se sorprendió de que a él le quedara el 30%. Le pareció mucho, porque nada de lo que vende le deja tanto, pero es que, si en las librerías se quedan eso, no me parecería justo que él no se lo quedara. Cada ejemplar 17€, lo que hace un total de 51€, de los que Luis me dio 36€. Lo del quiosco de Luis es un detalle muy importante para mí, porque allí fue donde compre las decenas y decenas de libros cruciales que, junto con los cientos de libros que saqué de la biblioteca pública me convirtieron en lector y después en escritor. Por eso quería que el libro estuviera allí antes que en La casa del libro. Bueno, quizá exagero, pero me fui pensando: vamos a ver, si mi agente me ha dicho que el libro se va a acabar vendiendo a una buena editorial y que tenga paciencia, eso no impide que el libro siga vivo en algún lugar mientras tanto ¿no? Ya sé que en Amazon sigue vivo y que yo estoy muy ocupado con mi trabajo y con otro libro nuevo, pero ¿por qué no poner algún ejemplar más en circulación? ¿Por qué no mandarlo incluso a más sitios? Pensando esto me acordé de la llamada de LUA, una librería de Guadalajara, en la que se vendieron al menos veinte ejemplares hasta hace un año. Entonces me llamaron pidiéndo más, pero yo ya no tenía, así que les dije que de momento no había más. Ellos me dijeron que era una pena, que es un libro que se vende muy bien. Así que, volviendo de hablar con Luis, no lo dudé mucho, pedí 13 ejemplares en papel a Amazon y llegaron a casa ayer. Imaginad qué eficacia. Los libros el lunes no existían físicamente y una imprenta de Gran Bretaña los fabricó, los empaquetó y me los mandó cruzando Europa con la leyenda "Printed in England". No sabía si decir Inglaterra antes, con esto del Brexit todo es un lío. Esta mañana he hecho el reparto: tres ejemplares a Luis, cinco a LUA y otros cinco a José el ballenero. Es que el otro lugar en el que los libros se vendieron muy bien fue en una librería que se llama La ballena de los cuentos, en la que hay muchos libros infantiles, pero también hay de todo y todo bueno. El albarán de depósito de los libros que le he hecho es para verlo:
Cuando he llegado a casa he hecho la memoria económica de la operación y me ha entrado la risa:
Cada libro me cuesta 16,15€ en Amazon de los que yo recibo 4,97€, aunque si quitas el 15% de IRPF que es lo mínimo que vas a tener que quitar, se quedan en 4,23€. Como los ejemplares se venden en las librerías a 17€, a mí me quedan 11,90€ de cada uno, que sumados a los 4,23, da un escalofríante total recuperado de 16,13€. O sea, que de cada libro vendido, pierdo 2 céntimos de Euro.
La verdad es que he pensado que había sido buena idea no hacer las cuentas antes y los libros ya existen. Que me perdonen los bosques.
Así que ya sabéis, amigos, como todo en esta vida es publicidad, como todos en esta vida vendemos algo, este post no os creáis que pretende abriros los ojos sobre la autoedición, mi pretensión es simplemente venderos mi libro. Así que, si os gusta comprar el libro en una librería y favorecer la red de comercio y de vida local, ya sabéis en qué tres puntos de venta lo podéis encontrar. Si por el contrarios sois unos comodones que preferís que os lleven el libro a casa y de paso regalarme a mí cuatro Euros mientras espero editor, pues siempre nos quedará Amazon.
Besos
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1 comentario:
Bonita historia real.Yo hubiera subido el libro a 20 euros, que es un precio más redondo.Lo del comercio local tiene todo mi apoyo,aunque es tan cómodo el Internet.
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