jueves, 4 de agosto de 2011
Cómo hacer feliz a alguien...
Una idea:
cuando se acerque su cumpleaños y totalmente a sus espaldas preparar con los amigos una revista cuya tirada sea un único ejemplar. En ella habrá todo tipo de artículos, recuerdos, fotos, entrevistas, chorradas, canciones, dibujos, pasatiempos, juegos, etc. que tengan que ver con el homenajeado. Aunque alguien meta la pata y le mande algún correo por equivocación ni se dará cuenta porque no se podrá imaginar lo que se se está cociendo. Cuando por fin llegue a sus manos la revista no se lo creerá y la leerá y la releerá decenas de veces, se le saltarán las lágrimas y pensará que todo ha valido la pena.
A mí me pasó el otro día y todavía sigo con la sonrisa en la cara. Gracias Vicky, gracias Bea y gracias a todos.
¿Cómo haríais vosotros feliz a alguien?
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3 comentarios:
Cömo haría feliz a...
...mi amiga Irene: Le haría feliz si me fuera a vivir con ella.
...mis hijas: Les haría felices si me fuera a vivir con Irene.
...mi marido: Le haría feliz si me fuera a vivir con Irene...y me llevara a las niñas.
Mª José olivares
Es facil haciendo todo lo contrario que a ti te gusta, haces feliz a tu pareja, callandote las verdades y haciendo que parezca que todo va bien y no te mosqueas por nada, osea siendo un happy flower, haces feliz al resto de los que te rodean.
Pero me conformo, con saber con que yo soy feliz. Y es cada vez que estoy junto con mis hijos y mi pareja en cualquier parte. Y si en ese momento logro desconectar de los problemas economicos y de trabajo, ya no necesito pensar en ir al cielo cuando me muera.
Por cierto, felicidades atrasadas, Josean, que cumplas muchos mas y los que te rodean, que te sigan haciendo feliz, que te lo mereces, que eres muy buen Tio.
Cómo hacer feliz a mi vecino: No estando cerca.
Pero la culpa no es mí ni suya -Es del espacio y el tiempo que nos topa-. Yo mantengo mi mundo y mis afinidades, él las suyas con sus banderas y ruidos. Yo busco la paz entre la paredes que me envuelven; él, el ruido del televisor y las voces del mundo. La culpa ni es mía ni es suya, es del tiempo que coincidimos y el poco espacio que nos separa. Este tiempo común y el corto espacio, nos obliga a tener que sentirnos vecinos.
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