lunes, 20 de julio de 2009

Curriculum

Se me ocurrió presentarme a una oposición y ahora me piden lo que se llaman "méritos" donde hay que aportar documentación de actividades de las que no me siento especialmente orgulloso y que en general no percibo como méritos. La sensación es la misma que cuando haces el curriculum que acaba siendo una caricatura de lo que tú eres, con mucho maquillaje, demasiadas elipsis y en la que invariablemente falta todo lo importante.
Hoy os adjunto Un poema de Wislawa Szymborska que se titula:

ESCRIBIENDO EL CURRÍCULUM

¿Qué hay que hacer?
Presentar una instancia
y adjuntar el currículum.

Sea cual sea el tiempo de una vida
el currículum debe ser breve.

Se ruega ser conciso y seleccionar los datos,
convertir paisajes en direcciones
y recuerdos confusos en fechas concretas.

De todos los amores basta con el conyugal,
los hijos: sólo los nacidos.

Importa quiénes te conocen, no a quiénes conozcas.
Viajes, sólo al extranjero.
Militancia en qué, pero no por qué.
Condecoraciones sin mencionar a qué méritos.

Escribe como si jamás hubieras dialogado contigo mismo
y hubieras impuesto entre tú y tú la debida distancia.

Deja en blanco perros, gatos y pájaros,
bagatelas cargadas de recuerdos, amigos y sueños.

Importa el precio, no el valor.
Interesa el título, no el contenido.
El número de calzado no hacia dónde va
quien se supone que eres.
Adjuntar una fotografía con la oreja visible:
lo que cuenta es su forma, no lo que oye.
¿Qué oye?
El fragor de las trituradoras de papel.


[De Hombres en el puente (1986), en Paisaje con grano de arena, Editorial Lumen. Trad. de Ana María Moix y Jerzy Wojciech Slawomirski]


El ejercicio de hoy consiste en escribir un curriculum en el que sí se digan cosas importantes.

3 comentarios:

Jesús Rocha dijo...

¿Qué es importante?
Asumiendo que lo importante es lo de uno, digo:
Que soy una especie de ser, llamado humano.
Que no se qué hago aquí.
Realmente no se nada de mí, sólo que siento y padezco.
Que necesito respirar, comer y otras cosas naturales para sobrevivir.
Que busco la comodidad y el mínimo esfuerzo; para ello lucho, me realizo, elijo la mejor opción.
Hay algo en mi que me controla, y empuja: instintos que no me suelo cuestionar.
Para trascender: me reproduzco.
Para ahuyentar el miedo: invento dioses.
Para protegerme: me integro en una masa social.
Para no aburrirme: pienso.
Para, para, ¡Para!… mucho para.
Volviendo al principio: lo importante.
A quién le interesa lo importante.
Vanidad de vanidades, todo es vanidad.
Soy, solamente eso.

Iceman dijo...

Yo he capturado un arco iris extinto
y un relámpago sobre stone river.

He escrito un libro, he plantado un árbol
y tuve alrededor de cien hijos aunque
con la mayoría de ellos ya no tengo contacto.

Estudié mala educación en la universidad
de la sorbona, allí aprendí a comer sopa
enseñado por la propia sorbona.

Hice un máster de lógica de la que duele
y otro de teoría de juegos en desventaja
en la universidad pontificia.

Tengo un doctorado cum laude
en radiografía de personas de bajo calado
por la universidad de colorado.

Mis primeros trabajos fueron de ojo de halcón
inventando sobre planos reales
allí aprendí entre cervezas lo dulce de la vida.

Luego me encargué de repartir
ayudas a los padres de la tierra de la manera
más injusta posible, ajustándome a la ley.

Pasé a ser el protector de dientes y narices ajenos
eran ajenos a la muerte y ajenos al dolor
se engañaban por mil doscientos euros mensuales.

Actualmente trabajo de grillo
en las noches de verano y los fines de semana
soy sparring de frustrados y furiosos.

Pero quizás lo más importante
y la razón por la que deberían contratarme
es que:

yo he capturado un arco iris extinto
y un relámpago sobre stone river.

un blog nocturn... dijo...

Mi paisaje, el puerto de Barcelona. El tiempo, la infancia, tengo cinco años. Correteo entre barcas mientras cuento, incrédula, los metros y metros de tejido en el suelo y hablo a las ancianas tejedoras sentaditas en sus sillas. Visión en azul y verde de redes de pescador. Sensaciones: Olor a aceite, pescado y agua de mar. Sentimiento de transgresión por entrar un domingo en la zona porteña donde nadie que no sea pescador, estibador, barquero o capitán lo hace y todo porqué mi padre ha hecho un guiño al guardia de la verja.

Otros paisajes... Todos los visitados, física o sentimentalmente, incluso una mesa puesta para un desayuno, mientras pueda mirar, escuchar o estar en silencio.

Amores, todos, los secretos, los primeros, los apasionados, los arrebatados, los abandonados, los imposibles, los que me han hecho sufrir, los que me han hecho sentir, los insoportables, los que odié, a los que hubiese asesinado, por los que me hubiese dejado matar... Los cambio todos por mi compañero de vida. Todos.

Los hijos, los que tengo. Sencillamente porqué me gustan. Sobretodo porque me río constantemente y me descubren la vida de nuevo y porqué me sacan de quicio de vez en cuando para poderme tronchar más tarde de mí misma por la estupidez de la situaciones.

Yo también escribí un libro, con doce años, que mi madre tiró sin leer en un arrebato de limpieza de cajas, junto con todos mis tesoros, mis dibujos, mis objetos infantiles, mi pasado... He plantado muchos árboles. ¿Más hijos? Mis cientos de dibujos y cuadros.

Quiero conocer a cualquier persona, siempre puedo aprender o desaprender lo aprendido para volver a aprender algo necesario y volver a empezar.

Viajes: físicos, algunos, imaginados, muchos, personales, infinitos.

Dialogo hace años conmigo misma, demasiado, quizás por eso he perdido tanto por el camino. Claro que siempre pienso que debían ser cargas innecesarias o para renovar o reciclar.

Tengo bolsas virtuales inmensas y repletas de recuerdos, puertas gigantes por donde entran los amigos y cajas grandes como casas llenas de sueños.

Hace años que me molestan los precios, no pago jamás más de lo que creo oportuno. No salgo mucho, sólo lo necesario, lo que el físico me deja, lo que la energía me impone.

No me importan los títulos, aunque delante de una buena propuesta, sin ni siquiera abrir la cubierta de un libro, puedo intentar redactar algún pequeño escrito.

Gasto un cuarenta y uno de pie porqué soy de la tribu Pies Grandes y no soy pequeña. Voy camino a Soria o a Mozambique o a Italia o a ver a la vecina por si me invita a un café o a un vaso Ratafia, de Moscatell o de Oporto. Paladar suave, que queréis. Y el Oporto me pierde, lo confieso.

Me llamo Dominique, generalmente escribo de noche porque duermo mal o pinto o canto sin despertar a nadie o escucho música. He llegado a hacer el pino, pero para el insomnio de los hipnotizados no hay muchos remedios caseros que pongan peso en las pestañas.

En la foto no se me ve la oreja porqué el viento levantó el cuello del abrigo, así que no sirve.

Lo siento, para mí cuenta todo y, sí, la forma también, porqué hasta las letras forman parte de mis trazos como elemento gráfico, dejan de tener sentido para pasar a ser elemento plástico y geométrico.

Oigo, más bien escucho, a quién quiera hablarme y contarme cosas interesantes, si me aburro me distraigo y me voy al quinto pino, me quedo en babia y no disimulo. Creo que deben pensar que estoy un poco loca, pero los locos podemos hacer y decir lo que nos apetece sin que nos importe ni que nadie nos lleve mucho la contraria.

La hipnotizada que hoy solo escribía un currículum, no tenía ganas de escribir nada muy literario.