viernes, 11 de noviembre de 2011
Lectura de cuentos de terror
Un amigo me ha pedido que esta noche en el Festival eñe, entre las once de la noche y las doce y media, lea una historia de terror. Yo, gracias a Susana, voy a leer microrrelatos de terror del libro Ajuar funerario de Fernando Iwasaki, un monumento a la literatura en general y a la literatura de terror en particular. Uno de los relatos que leeré es éste:
LA HABITACIÓN MALDITA
LLEGUÉ SIN RESERVA porque para eso soy cliente habitual, pero no quisieron
darme la única habitación que les quedaba. A regañadientes me entregaron la llave y
se ofrecieron a buscarme una suite en otro hotel de la cadena, mas yo estaba muy
cansado y subí sin hacerles caso.
La decoración no era la misma de las otras habitaciones: las paredes estaban
llenas de crucifijos y los espejos apenas reflejaban mis movimientos. Recién cuando
me eché en la cama reparé en la pintura del techo: un Cristo viejo y enfermo que me
miraba sobrecogido. Me dormí con la inexplicable sensación de sentirme amortajado.
Un clavo de frío me despertó, y junto a la cama una mujer de niebla me dijo
con infinita tristeza: «¿Por qué has sido tan imprudente? Ahora te quedas tú». Desde
entonces sigo esperando que venga otro, para despertarlo con mis dedos de hielo y
poder dormir de una vez.
¿Qué habríais elegido vosotros?
¿Se os ocurre alguna historia de terror?
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9 comentarios:
El cuadro del guerrero con la espada ensangrentada sobre la cama impresionaba. Después, el equipo científico confirmó que la sangre de las sábanas era la misma que se había utilizado para colorear las manchas de la espada, como si el guerrero pintado hubiera sido el asesino.
Cuando pasees por un puente no mires hacia abajo, puedes hallar a un muerto. Si lo miras, que no se de cuenta que lo has visto. Si te ve, procura que no te llame. Si te llama no bajes, ignóralo. Si bajas, no hables con el, pues te intentará convencer que le des tu vida. Si le das tu vida, reza para que alguien pase por el puente y te mire.
Dos golpes secos en la puerta hicieron que nos calláramos todos.
Mi padre se levantó y cojió la escopeta.
Mª José Olivares
ALEVOSÍA
Dos golpes secos en la puerta hicieron que nos calláramos todos.
Mi padre se levantó y cojió la escopeta.
Mª José Olivares
Encañonó a la puerta con una mano, con la otra corrió el pestillo: Todos vimos la noche negra, al viento aullar sobre las sombras de los árboles, y la figura muda, más negra que la noche, bajo el dintel de la puerta. Era él, el que nunca era bien esperado.
Una lluvia que no moja termina dando miedo. Supe eso tan sobrenatural al mismo tiempo que me di cuenta de que estaba en una plaza de toros. No sé qué luces o qué tinieblas se acercaban por la espalda. El hombre de plata estaba tendido en la arena y el de oro no acertaba con la puntilla. Me di cuenta con alivio que yo iba vestido de plata.
Dos tipos con gabardina surcan el cielo sobre Berlín:
- Resulta curioso, los hombres cuando intentar infundir miedo en sus relatos apelan casi siempre a la muerte.
- Es para ocultar que lo que realmente les acojona es la vida.
Patéticas son las muestras que quedan de la vida, la muerte es el silencio atronador del vacío no compartido.
Me fuí alegre a la oficina militar para conseguir, por la edad, pasar a la reserva. Solo le falta un certificado de buena conducta de su párroco. En las oficinas parroquiales me remiten al registro civil por tener caducado el carnet. La policía, donde se renueva, me da la dirección de un banco para pagar la tasa correspondiente. Un sudor frío me recorre el cuerpo. ¡No, al banco no!
Sigo en situación de disponible para el ejército.
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