jueves, 3 de noviembre de 2011

Achensee

Este verano conocí el Achensee, un lago natural que hay en el Tirol casi a mil metros de altitud. Vivimos una semana en un pueblecito llamado Wiesig y el Achensee estaba al lado. Bastaba con subir un par de kilómetros de carretera y allí estaba el precioso lago de diez kilómetros de largo, y un poco más allá, Alemania.
Ahora es un lugar muy turístico con barcos de vapor, embarcaciones de vela, playas, rutas a pie, teleféricos, avalanchas de muniqueses que llegan el fin de semana a hacer picnic... Además en invierno debe estar rodeado de pistas de esquí, pero también resulta que es uno de los lugares donde se inventó el turismo:
El archiduque Fernando II de Austria llevó barcas venecianas para entretenimiento de su corte en el siglo XV. Al Achensee llega desde 1889 el primer tren de cremallera de Europa, naturalmente de vapor, que parte de Jenbach en el valle de Innsbruck. En 1895 la venezolana Teresa Carreño compuso a orillas del lago su dificilísima Serenata para cuerdas mientras impartía un curso de verano. También en verano, pero en 1900, se encontraron Freud y Fliess y allí empezó su largo desencuentro tras un plagio inconsciente de Freud. Seguro que han pasado muchas más cosas interesantes allí, pero la verdad es que yo escribo de oídas, porque lo único que os puedo asegurar que el lago está allí, al menos este verano estaba.
Si es que realmente existe, durante más de cien años las clases altas de Europa han veraneado en él y ahora resulta que dejan ir a cualquiera...

¿Nos podéis hablar de algún sitio en el que hayáis estado y al que seguramente no hayamos ido los demás?

4 comentarios:

Paulino dijo...

Para construir este relato tengo que imaginar la procesión de un santo mayoritario. San Isidro cumple los requisitos por pura implantación en aquella sociedad agrícola. El lugar es Horche en un año no establecido de los últimos cincuenta.
Es difícil escribir del pasado sin idealizarlo. Trataré no obstante de atenerme a un guión escueto. Llevaba de monaguillo unos meses; quizá recuerde el olor a húmedo de la sacristía, la mansa sombra de la nave, la luz crepuscular que entraba por la ventana del coro.
Es obligado que asistiera al comienzo de la procesión, aunque resulta más dudoso pensar que quedarme como campanero fue un acto voluntario. Yo amaba aquel desfile que, llegando hasta las "Eras de Santana", encerraba el santo en su ermita para atender un rito; el de ofrecer torta salada a los hermanos y acompañantes. No necesito esforzarme para ver alguna guitarra y laúd entre ellos. Sea como fuere -era un monaguillo sin trienios- me fue encomendada la tarea de voltear a gloria las campanas durante el trayecto.
Es tan seguro que me acompañó un monaguillo más veterano, como lo es que no puedo ponerlo cara ni nombre. Las cuerdas del portalón terroso que iniciaba la ascensión hacia el coro consentían un toque sin sorpresas. Olía a tierra elemental, a madera con carcoma, quizá a cueva o a lluvia. Mi compañero hizo algún relevo pero enseguida dijo:
-Vamos a tocar desde arriba. Yo voy primero, cuando llegue notarás que las cuerdas están en mis manos. Sube entonces.
Obedecer es la servidumbre de todo recién llegado. Le vi desaparecer, y un rato después ocurrió que las cuerdas flamearon lacias. Entonces comencé el ascenso. Recuerdo escaleras interminables y dudosas, recuerdo una luz de pozo con mampuestos heridos por el abandono, recuerdo la creciente sensación de metal golpeado; quizá el ruido a paloma que trapea su inicio de vuelo. Seguí subiendo. El ruido parecía indomable. Llegar arriba supuso encontrar la luz y el grito, la plenitud hiriente, y una mirada plana y silenciosa del campo tumbándose en el horizonte preciso de los olivares. Mi compañero hablaba sin provecho en aquel espacio de mudos. hice mis turnos de relevo, y, en los instantes de manos paradas, dirigí mi mirada por los huecos donde el ruido parecía un chorro caliente. El pueblo era un vuelco de tejados con las ventanas agrupadas en rendijas. Por alguna parte (me imagino a bulto el Machucho) la procesión hilvanaba sus pasos hacia las eras. Es probable que el estandarte señalara la simetria de un grupo de hormigas llevando una espiga.
Nunca he dejado de sentir aquella plenitud mortificante que, sin embargo, venía acompañada de de una visión clara y fuerte; la de los campos tendidos, la de la vega con su geometría laboriosa, la del aire ancho que se iva a los hondos horizontes donde Armuña parecía un rebaño de ovejas tumbadas entre los grises azulados del campo.
No sé si es posible repetir la experiencia. Tampoco sé si resultaría tan exclusiva y tan emotiva. En todo caso recomiendo esa expectación sonora y vital de subir a una torre donde las campanas suenen a barretas, como dice tan poéticamente Luis Rosales en "La casa encendida".
Después mi compañero ordenó parada. Y el silencio sonó durante un rato como a tela gruesa leída con los dedos.
-Vámonos, que no llegamos a las tortas.
El argumento era bastante sólido. Nos fuimos corriendo.
No quedaban muchas tortas pero algo nos llegó.

David Ruiz dijo...

MUERTE DE UN VIAJANTE

una vez estuve muerto
sobre un bugatti en las calles de los ángeles
y a nadie le importó
solo me apartaron para mover el coche

nunca fue cosa de negros o blancos
sino de ricos y pobres
solo que – oh casualidades de la vida –
los ricos eran mayoritariamente blancos
y los pobres mayoritariamente negros

por eso en el aeropuerto
un negro abrillantaba los zapatos de mr. john
(que era blanco)
y no al contrario

cuando después de diez días
el olor de mi cadáver les obligó
a prestarme la debida atención
en la autopsia descubrieron

este hombre es negro
tiene manos de negro, ojos de negro
boca de negro y otros miembros que no mencionaré
por pudor, de negro

un avispado asistente comentó
pero doctor, su piel es blanca
querido wallberry tal vez en su país
los negros no se distinguen por el color de la piel
porque todos son blancos

en esto que se produjo mi inesperada resurrección
y tuve que aclararle al médico forense
escuche mister
cuando yo nací, nací negro
negro de calle, de cuna y de circunstancias
pero ahora mí país ha cambiado

y los negros son otros
que se tiñen la piel con sudor día tras día

a lo que el mister contestó
mira muchacho
no sé cómo será en tu país
pero aquí en united states
tierra de la libertad y las oportunidades
el que nace negro muere negro

y no hay vuelta de hoja
así que con las mismas me cosieron la boca
y repatriaron mi cadáver
con exquisita educación

Daniela Hernández dijo...

Hubiera sido más desconcertante de no haber sabido que antes que yo habían llegado allí muchos otros y llegarían en los próximos días otros más. Esa era de todas formas su razón de ser.
Cinco de la tarde. Dentro del autobús el aire acondicionado que nos envalentona y nos lleva por cualquier parte del mundo desafiando a nuestro propio organismo. Fuera el sol y el viento. Un árbol sin ramas ni hojas, como los plátanos de nuestros paseos cuando acaban de podarlos. Un carro que recuerda las películas del oeste o una fotografía del campo castellano a mediados del siglo pasado. Y allí en medio de un paraje de arena y piedras y algunos matorrales minúsculos esparcidos , todo color de tierra hasta el horizonte, está el BAGDADCAFE SIRYA.
Al bajar del autobús todos los secadores de una gran peluquería parecían haberse puesto en marcha de golpe. El aire abrasaba. Y dentro una confortable estancia decorada al uso tradicional de vivienda campesina siria, tres generaciones de hombres sirviéndonos té, café y sonrisas. Ellos en su quehacer diario de ganarse la vida, nosotros sintiéndonos los seres más afortunados del mundo por estar allí a sabiendas de que también aquel lugar estaba pensado para aguerridos aventureros que se trasladan de un lado a otro con cita concertada y aire acondicionado en el autobús. Pero nadie puede quitarme la sensación que me invadió en medio del desierto sirio, con cincuenta grados sobre mi cuerpo en medio de arena y horizonte, arena y horizonte.
Pienso cada día en los hombres , mujeres y niños que poblaban las calles de ciudades como Damasco y Alepo en un ir venir de ajetreo tranquilo solo un año antes de los acontecimientos que ahora nos relatan los medios de comunicación.

Fuera, en la puerta,tienen un pequeño cartel con su dirección que os pongo aquí por si os apetece contactar con este bonito punto del desierto sirio.

EMAIL: bagdadcafe66@Lycos.com
wwwbagdadcafe66SYRIA.JK

BRAGAOMEANO dijo...

Todavía no he encontrado, ese lugar soñado del que hablais. Siempre me han defraudado los lugares que me han recomendado.
Aunque si tengo que elegir, el mejor sitio para estar es dentro de una señorita, caliente y humedo, abrazado desnudo a ella, con el tiempo parado y el corazón revolucionado.