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En 1999, Paul Auster convocó a través de la radio a que todo aquel que quisiera enviase un relato. En la introducción del libro que resultó, y cuya portada se puede ver arriba, dice esto acerca de las condiciones: "...Los relatos tenían que ser verídicos y breves, pero no habría restricciones en cuanto a tema ni a estilo. Lo que más me interesaba, dije, era que las historias rompieran nuestros esquemas, que fueran anécdotas que revelasen las fuerzas desconocidas y misteriosas que intervienen en nuestras vidas, en nuestras historias familiares, en nuestros cuerpos y mentes, en nuestras almas. En otras palabras, historias reales que bien pudieran ser una ficción..."
Y éste es el ejercicio de hoy: escribir un relato según esta convocatoria.
Os tengo que decir que el libro que terminó publicándose con estos relatos que pidió Paul Auster es una delicia y que se puede abrir por cualquier lado y es como si no se acabara nunca. Como ejemplo os contaré el por qué del título. Creía que mi padre era Dios es a su vez el título de uno de los relatos en que un niño pequeño que juega en el jardín de su casa sufre a un vecino maleducado que no le devuelve los balones cuando se escapan a su lado de la valla. No conformándose con éso, el vecino llama ladrón al niño por comerse las peras que se descuelgan en el lado del jardín del niño. Todo esto genera tensiones entre los padres del niño y el amargado vecino y al niño le hace sentir la crudeza de la realidad. Un día el vecino se puso tan desagradable, que el padre del niño no se pudo aguantar y le dijo gritando también: "sabe lo que le digo, que se muera" y el energúmeno se murió en ese mismo instante.
El libro lo abre un relato que se titula LA GALLINA. Os lo copio entero porque es muy breve:
Una mañana temprano de domingo iba bajando por la calle Stanton cuando vi, a pocos metros delante de mí, una gallina. Yo caminaba más deprisa, así que pronto le di alcance. A la altura de la Avenida Dieciocho, estaba casi encima de ella. En la Dieciocho, la gallina giró en dirección sur. Al llegar a la cuarta casa se metió por el camino de entrada, subió los escalones del porche dando saltitos y picoteó con decisión sobre la puerta metálica. Momentos después, la puerta se abrió y la gallina entró.
LINDA ELEGANT, Portland, Oregon
Los relatos del libro son en general más extensos, de 2 ó 3 caras, pero podéis hacerlos como queráis.
Feliz año