Sigo por París
A partir de la página 35 de esta guía editada por el Instituto Cervantes para conmemorar el cincuentenario de la publicación de Rayuela aparece un fascinante apartado escrito por Juan Manuel Bonet: "Para un diccionario París-Cortázar-Rayuela".
Contiene por orden alfabético referencias como éstas:
Berg, Alban. Compositor dodecafónico austriaco muy del gusto cortazariano, al igual que Arnold Schoenberg y sobre todo que Anton Webern, dentro del trío su predilecto en términos absolutos. En Rayuela Alban Berg comparece en la lista de agradecimientos de Morelli, aunque se indica que finalmente su nombre fue tachado por el escritor. El capítulo 139 consiste en la traducción de una nota anónima al dorso de un disco suyo. Referencia, además, en el Cuaderno de bitácora. Citado en el poema “Ándele” de Salvo el crepúsculo.
Bergamín, José. Morelli, en Rayuela: “Un día José Bergamín casi se cae muerto cuando me permití desinflarle dos páginas, probándole que...” Divertido este fragmento de una carta a Jonquières, de 5 de agosto de 1958, en la cual alude agridulcemente al poeta y ensayista español, contertulio ramoniano en Pombo, y director de la revista Cruz y Raya: “No te pongas verde de rabia, pero a veces creo que deberías haber nacido en España. Tu prosa, por lo menos, es de un casticismo extraordinario. Cuentas (no sé si piensas) como un excelente escritor español (el mejor Bergamín, por ejemplo, sin las repeticiones y las rebabas). Personalmente yo me hago otra idea de la prosa, y precisamente por eso puedo admirar sin complicidad la tuya”.
Bernárdez, Aurora. Traductora y ensayista argentina. Hermana del poeta martinfierrista Francisco Luis Bernárdez. El 22 de agosto de 1953 se casó con Cortázar en la Mairie del XIIIème, Place d’Italie. Durante los años cincuenta y sesenta compartieron numerosos viajes por Francia y otros países. Mario Vargas Llosa: “era difícil determinar quién había leído más y mejor, y cuál de los dos decía cosas más agudas e inesperadas sobre libros y autores”.
(...)
Mañara, Miguel de. El legendario sevillano,
presente en el Cuaderno de bitácora de Rayuela.
Marché aux Puces y otros rastros. Un culto
compartido con Breton y, en clave hispánica,
con Ramón Gómez de la Serna, autor de un
pionero libro sobre El Rastro (1915). Carlos
Fuentes: “Morelli, un viejo escritor fracasado,
posible alter ego del autor, es el magister ludi
de este mercado de las pulgas de la cultura,
de esta Porta Portese de las ideas en las que
se acumulan los desechos”. De una carta de
Cortázar a María Rocchi de 19 de enero de
1952: “¿Tú visitaste el Marché aux Puces?
Ojalá que sí, porque es extraordinario. Estuve
hace unos días y si hubiera tenido dinero
(por suerte no lo tenía) me vuelvo a la Cité
convertido en una especie de buhonero. Jamás
creí que las cosas pudieran tener un cementerio
semejante. Manzanas y manzanas de stands
donde al lado de una cajita de música y un
telescopio roto ves una bola de vidrio, un disco
de Adelina Patti, un pájaro disecado y un frasco
para atraer a los enamorados. (Y en un cafecito,
en pleno laberinto, tangos criollos)”.
Marías, Julián. Memorable, en Rayuela, esta
malvada frase del español Perico sobre su
compatriota: “Vengo porque estoy cansado de
leer en mi cuarto un estudio de Julián Marías
que no termina nunca”. En la parte porteña,
otra broma similar, en el contexto Ceferino
Piriz. Vuelve Cortázar a la misma carga en
Libro de Manuel. Las bromas a propósito
del filósofo y ensayista español, abundan
en su correspondencia. A Ernesto González
Bermejo le confesará su aburrimiento ante las
extensas colaboraciones en el diario porteño
La Nación, tanto de Marías, como de Azorín:
“En el momento en que Borges era el maestro
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del rigor estilístico usted abría La Nación o
La Prensa y se encontraba con esos chorros
de facundia española, con las interminables
páginas de Azorín y de Julián Marías, y de toda
esa gente, que llenaba y llenaba cuartillas, sin
que se supiera realmente bien para qué. Yo
tenía, claro, un movimiento de espanto frente
a esto y me echaba para atrás”.
Marisol. La escultora venezolana integrada a
la escena neyorquina, y próxima al “pop art”,
es citada por Cortázar en “/que sepa abrir
la puerta para ir a jugar” en Último round,
donde las contempla a Leonora Carrington, a
Remedios Varo y a ella, como “tres muñecas
perversas”. En su biblioteca nos encontramos
con el catálogo de la individual caraqueña de
Marisol, de 1968.
Así que, siguiendo el consejo de Cortázar, vamos a abrir la puerta para ir a jugar: ¡Hagamos un diccionario de París!
5 comentarios:
Ciudad Cara: París es un sitio, en donde hasta para poder mear,tienes que pagar.
Franceses: En París casi no hay, por lo menos de raza blanca, esta todo lleno de negros de la guayan, gitanos rumanos y moros argelinos.
Frío húmedo : Gracias al Sena, este tipo sentimiento físico abunda en París en cualquier época del año.
Ciudad del amor: Si después de gastarte una pasta, en llevarte allí a tu señora o a tu amante y no haces el amor, es para atarse una piedra al cuello y perecer en el Sena.
Campo de Marte:
Enorme jardín a los pies de la Torre Eiffel llamado así por el Campo de Marte de Roma y relacionado con la Revolución Francesa. En verano, enormes aspersores móviles riegan el césped que no ha sido necesario regar el resto del año porque, como todo el mundo sabe, en París llueve casi la mitad de los días. El momento mágico del Campo de Marte es un día de verano a finales de junio o a principios de julio en los que no anochece hasta las once y en los que la temperatura sube y sube a medio día. Sube tanto que todo el mundo busca sombra y hasta en chanclas y camiseta hace calor, mucho calor. Entonces ves el aspersor marcando su arco majestuoso y la suerte del día está echada. Da igual que ese mismo día visites la Sainte Chapelle o subas a lo alto de la torre. Lo que recordarás siempre es que te bañaste en ropa interior con tus hijos jugando con un aspersor en el Campo de Marte.
Ciudad cara:
Hace años era una ciudad muy cara
Después, antes de la crisis, todo costaba más o menos como en España.
Ahora, todo vuelve a ser bastante caro.
Baguette:
es la palabra central de la primera frase que se aprende en París: une baguette s'il vous plaît
Las hay de muchos tipos y cuestan un euro, pero algunas son pequeñas y otras muy grandes, algunas de pan normal y otras de un pan fibroso y delicioso como nunca más lo vas a encontrar.
Y nuestro amor se escapó por encima de los tejados.
Los tejados que ves desde las atalayas.
Y lo fuimos a encontrar en el río.
Ya iba camino del mar.
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