La vida de Marceline Desbordes-Valmore es una vida excesiva llena de peripecias y de miserias, pero resulta que esta mujer escribía cosas así (en francés arriba y aquí abajo una traducción que aparece en esta página con otros poemas de la autora):
SEPARADOS
No me escribas. Estoy triste, desearía morirme.
Los veranos sin ti son como noche sombría.
He cerrado los brazos, que abrazarte no pueden,
invocar mi corazón, es invocar la tumba.
¡No me escribas!
No me escribas. Aprendamos únicamente a morir en nosotros.
Pregunta sólo a Dios…, sólo a ti mismo, ¡cómo te amaba!
Desde tu profunda ausencia, escuchar que me amas
es como oír el cielo sin poder alcanzarlo.
¡No me escribas!
No me escribas. Te temo y temo mis recuerdos;
han guardado tu voz, que me llama a menudo.
No muestres agua viva a quien beberla no puede.
Una caligrafía amada es un retrato vivo.
¡No me escribas!
No me escribas dulces mensajes: no me atrevo a leerlos:
parece que tu voz, en mi corazón, los vierte;
los veo brillar a través de tu sonrisa;
como si un beso, en mi corazón, los estampara.
¡No me escribas!
Stefan Zweig escribió una biografía de Marceline Desbordes-Valmore fascinado por esta poeta que era capaz de transmitir tanto con tan poco. Sus metáforas son simples, no sabe componer un soneto, pero lo que escribe es música y toca el sentimiento. Por eso la incluyó Verlaine en su obra Los poetas malditos, por eso Nietzsche tenía sus poemas y por eso influyó tanto en todos los románticos que habrían por venir, empezando por Arthur Rimbaud. No olvidemos que hablamos de los principios del siglo XIX y de una mujer que publicaba sus poemas, ¡una mujer! Los defensores del patriarcado de la época dijeron lo mismo que habrían dicho ahora, pero con mucha más crudeza: que su poesía era primitiva, que era una fresca por tener hijos con dos hombres, que elegía temas sin importancia como la maternidad o la feminidad. Pero el máximo logro de esta pionera es que, a pesar de todas las miserias que tuvo que pasar, se empeñó en dedicarse a la literatura y lo consiguió, aunque el precio fue vivir siempre en la pobreza.
Su osadía, pensar y encima escribirlo. No dejen de leer “Une lettre de femme”, un poema del que hay muchas traducciones en Internet y que para mí, empieza así: “Las mujeres, yo lo sé, no deben escribir / por eso escribo”.
Así que nada, mezclando los dos poemas citados en este post, no escribáis en los comentarios, ¡Que no me entere yo!